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Cómo distinguir un niño hiperactivo de un niño inquieto

No es lo mismo ser hiperactivo que sencillamente inquieto. Analicemos síntomas y conducta para distinguir si tal vez nuestro hijo tiene un trastorno de hiperactividad.

Tener un hijo demasiado movido o inquieto, puede ser indicativo de que tal vez el niño puede ser hiperactivo, pero ¿cómo distinguirlo?. Existen algunas señales que tal vez nos sirvan para identificar si realmente nuestro hijo tiene algún trastorno por déficit de atención o hiperactividad. Veamos cómo distinguir un niño hiperactivo de un niño inquieto

Qué es la hiperactividad

Antes que nada tenemos que saber que es la hiperactividad o déficit de atención e hiperactividad. Se trata de un trastorno de la conducta real caracterizado por impulsividad junto con falta de atención y concentración.

Es un problema que puede ser transitorio y temporal si se diagnostica a tiempo y se trata de manera adecuada; sin embargo, la situación puede volverse más difícil y traer consigo, en una especie de reacción en cadena, otros problemas como trastornos del aprendizaje y depresión.
Alrededor del 4% de los niños tienen este síndrome, en la mayoría de los casos son niños. Pero antes de alarmarse, veamos cuáles son los síntomas de este trastorno y cuáles son las diferencias con una situación de vitalidad que solo debe manejarse revisando la propia forma de educar a los niños.

Síntomas de la hiperactividad

Diagnosticar a Ahdh no siempre es fácil. Sin embargo, algunos síntomas pueden ser:

Qué hacer

Si todas las situaciones descritas anteriormente te son familiares, es posible que tu hijo sea hiperactivo. Lo mejor es ponerse en contacto con el pediatra, quien podrá indicarte la visita a un especialista competente para analizar y tratar la situación. También trata de establecer un buen diálogo con los profesores de tu hijo, para comprender cómo se comporta en la escuela y cuáles son sus problemas críticos frente a las reglas, lecciones y compañeros de clase.

A la espera de un diagnóstico y una estrategia dictada por un especialista, ¿qué pueden hacer los padres? En primer lugar, no usar sus propias «armas»: no levantar la voz y no ser agresivo. Dado que el niño tiene poca atención si se tiene que infligir un castigo, lo mejor es tratar de ser claro, evitar las metáforas y asegurarse de que el castigo se percibe como una consecuencia directa de su comportamiento y no como un castigo por una forma de ser , que el niño ya vive como un inconveniente.