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6 cosas increíbles que los recién nacidos pueden hacer de forma natural y que quizás no conocías

A menudo imaginamos que los recién nacidos son seres delicados, totalmente dependientes y que tienen todas sus capacidades pendientes de estrenar a medida que vayan creciendo. Pero la realidad es que, desde el primer día, llevan dentro una serie de habilidades que en algunos casos, pueden ser sorprendentes y que nos descolocan por su complejidad y sensibilidad. De alguna manera observan el mundo que les rodea, quizás no lo comprendan todo, pero es evidente que responden en consecuencia. Por ello, es importante resaltar 6 cosas increíbles que los recién nacidos pueden hacer de forma natural y que quizás no conocías.

Durante mucho tiempo se pensó que los bebés aprendían todo desde cero, pero hoy sabemos que llegan al mundo con un equipaje biológico repleto de instintos, capacidades innatas y formas de comunicación que no dejan de maravillar a científicos y familias por igual. Algunas de estas habilidades no son evidentes al primer vistazo, pero se manifiestan con claridad cuando sabemos qué buscar. Y descubrirlas no sólo es fascinante, sino que también puede ayudarnos a conectar mejor con ellos y acompañarlos en su desarrollo con más conciencia y sensibilidad.

A continuación, te presentamos esas 6 cosas asombrosas que los recién nacidos pueden hacer de forma natural y que, quizás, aún no sabías. Porque aunque su apariencia frágil pueda engañar, dentro de cada bebé hay un auténtico prodigio en miniatura.

Reconocen las emociones en los rostros desde muy temprano

Aunque todavía no hablan ni entienden las palabras, los bebés son especialmente receptivos a las emociones humanas. Desde sus primeras semanas de vida, prestan una atención especial a los rostros, y no de forma aleatoria: prefieren expresiones sonrientes y dulces frente a las que transmiten enfado o tristeza. Este interés no es sólo  visual. Hay estudios que demuestran que a partir de los cinco meses pueden reaccionar emocionalmente según el rostro que tienen delante. Así, un adulto feliz puede tranquilizarlos, mientras que uno tenso o molesto puede incomodarlos.

Esta sensibilidad emocional les ayuda a identificar a quién recurrir en busca de protección y consuelo, y es también la base para el desarrollo de la empatía en el futuro. El bebé, en cierto modo, lee el estado emocional de quienes le rodean y ajusta su comportamiento en consecuencia, algo que muchos adultos tardamos años en afinar.

Se comunican con gestos antes de saber hablar

El llanto no es la única herramienta que tiene un bebé para comunicarse. Aunque no sepan emitir palabras, desde muy temprano comienzan a expresarse con su cuerpo: mueven los brazos para que los cojan, giran la cabeza para rechazar algo o abren los ojos y sonríen cuando algo les entusiasma. Este lenguaje corporal es su primera forma de diálogo con el mundo.

Algunos padres incluso optan por introducir signos básicos del lenguaje de señas para bebés, una técnica que permite a los pequeños pedir comida, decir que quieren más o expresar sueño, usando solo sus manos. Aprender a reconocer estos gestos no sólo reduce la frustración de los niños, sino que también fortalece el vínculo afectivo entre el bebé y los adultos. Al fin y al cabo, comunicarse no es solo hablar: es entender y ser entendido.

Tienen una noción básica de los números

Parece difícil de creer, pero incluso antes de aprender a contar, los bebés ya poseen una especie de intuición numérica. En experimentos científicos, cuando se les presenta una escena con varios objetos y luego uno desaparece de forma incoherente (por ejemplo, sin que lo hayan visto salir), los bebés reaccionan con sorpresa. Esto indica que, de alguna manera, esperaban un resultado lógico y detectan que algo no cuadra.

Este tipo de respuesta sugiere que los recién nacidos no sólo perciben cantidades, sino que también pueden reconocer cambios y establecer relaciones simples entre objetos. Es una habilidad precursora del pensamiento matemático que se irá desarrollando con el tiempo, pero cuya raíz ya está presente desde los primeros meses. Una pequeña muestra de que la mente humana comienza a organizar el mundo mucho antes de que podamos explicarlo con palabras.

Distinguen entre idiomas distintos sin saber hablar

El cerebro de un recién nacido es, en muchos aspectos, una esponja perfectamente diseñada para absorber sonidos, ritmos y patrones. Por eso, no es de extrañar que desde sus primeros días ya sean capaces de distinguir entre lenguas diferentes, aunque no comprendan su significado. Esta capacidad se debe a que prestan mucha atención al ritmo y la entonación del habla, dos elementos que varían de un idioma a otro.

Este radar lingüístico es especialmente sensible durante los primeros seis meses de vida, una etapa en la que el cerebro es extremadamente plástico. Por eso, si un bebé escucha habitualmente dos idiomas distintos, puede comenzar a desarrollar un repertorio sonoro más amplio y flexible, algo que facilitará el aprendizaje de lenguas más adelante. Lejos de confundirlos, la exposición temprana a varios idiomas puede ser un regalo que los acompañe toda la vida.

Reconocen caras familiares desde muy pronto

Nada capta más la atención de un bebé que un rostro humano. Pero no se trata solo de una fascinación visual: los recién nacidos, desde muy pequeños, ya son capaces de distinguir entre personas conocidas y desconocidas. Esta habilidad no se basa únicamente en la apariencia, sino también en factores como la voz, la forma de hablarles, el olor e incluso el modo en que los cogen en brazos.

El reconocimiento de figuras familiares es crucial para el desarrollo del apego, ese vínculo emocional profundo que le da al niño la sensación de seguridad. Un bebé que identifica a sus cuidadores como fuentes constantes de afecto y protección crece con más confianza en el entorno y en sí mismo. Por eso, repetir rutinas, hablarles con ternura y mantener el contacto visual no solo reconforta al bebé, sino que también fortalece ese lazo invisible y poderoso que se teje día a día.

Reaccionan a la música con asombrosa sensibilidad

¿Quién no ha visto a un bebé relajarse con una nana o moverse suavemente al escuchar una canción alegre? La música, lejos de ser sólo un entretenimiento, tiene un efecto real sobre el estado emocional y neurológico de los recién nacidos. Desde los primeros días, los bebés son capaces de notar cambios en el ritmo, la melodía y el volumen de una pieza musical, y suelen reaccionar con movimientos, vocalizaciones o expresiones faciales.

Esta capacidad no sólo habla de su sensibilidad auditiva, sino también del vínculo entre la música, el lenguaje y las emociones. Cantarles, bailar con ellos o simplemente compartir una canción suave puede estimular áreas cerebrales relacionadas con el habla, la memoria y la conexión afectiva. En otras palabras, la música no solo les gusta: les nutre por dentro.

Una inteligencia que sorprende desde el principio

Aunque aún no hablen ni caminen, los recién nacidos traen consigo un mundo interior que vale la pena descubrir. Entender lo que son capaces de hacer no solo nos permite admirarlos más, sino que también nos invita a acompañarlos con mayor respeto, presencia y amor. No son páginas en blanco, sino libros que ya empiezan a escribir su historia con cada gesto, cada mirada y cada emoción compartida.