XVI Festival Pianino: escuchar piezas de Chopin allí donde fueron escritas
La cuarta entrega del certamen no ha sido tanto un recital en toda regla como asistir a un momento mágico acompañado de una lección magistral

La cuarta entrega del XVI Festival Pianino no ha sido tanto un recital en toda regla como asistir a un momento mágico acompañado de una lección magistral. La cita se anunciaba el 12 de abril en los altos de la Celda nº 4 de la Cartuja de Valldemossa, bajo el nombre genérico Chopin y su creación musical en Mallorca, lo que significaba escuchar una serie de piezas que fueron escritas unos metros más abajo el invierno de 1838-1839. Porque la celda en cuestión, es la que ocuparon Frédéric Chopin y George Sand hace ahora 186 años.
La magia estaba en el emocionante recogimiento que nos invadía al sentir fluir unas notas nacidas allí mismo, interpretadas además en un Pleyel de cola de 1851 –por tanto contemporáneo de los hechos- y en la celda propiamente dicha en silencio aquel pianino, también de la marca Pleyel, en cuyo teclado los dedos del compositor polaco iban dibujando los pormenores de la partitura. Esto es lo que hace único el Festival Pianino.
El programa anunciaba a dos musicólogos invitados a recrear lo que Sand describe como «el trabajo que Chopin ha compuesto en Mallorca, estando mortalmente enfermo, es una música en la que se percibe, intensamente, el paraíso». Precisamente la frase elegida por Jean-Jacques Eigeldinger para dar inicio a su clase magistral. Era la cuarta visita del musicólogo suizo a Valldemossa. Profesor emérito de la Universidad de Ginebra durante años director del Departamento de Musicología. Le acompaña su amigo durante más de medio siglo, el escocés Roy Howat, que además de pianista también es musicólogo formado en Cambridge y en la actualidad investigador en la Royal Academy of Music de Londres. Ambos expertos investigadores de la música francesa del siglo XIX.
En realidad el protagonista era Eigeldinger, mientras Howat se limitaba a ilustrar las explicaciones que iba dando el suizo sobre aquellas obras que o bien fueron compuestas íntegramente en la Cartuja de Valldemossa y si no al menos parte de su estructura fue concebida aquel invierno en Mallorca.
Así fueron desfilando por este orden Nocturno nº 2, Mazurka nº 1, una parte sustancial de sus 24 Preludios, un fragmento de la Balada nº 2 que Chopin se había traído inacabada para revisarla en la isla, Polonesas 1 y 2 y por último el Scherzo nº 3. En este tramo final Jean-Jacques Eigeldinger quiso hacer especial hincapié en el hecho de que «Chopin fue el creador de la balada instrumental, así como del scherzo como pieza independiente».
Mientras iban sucediéndose las introducciones, Roy Howat las recreaba en un tono eminentemente ilustrativo, dada su condición de musicólogo antes que pianista en salas de conciertos. Además, era su primera visita a la isla, desconociendo por tanto las características del Pleyel de 1851. De todos modos la exquisita complicidad entre ambos era evidente, el suizo sentado en una butaca junto al piano de cola del siglo XIX. El único momento en el que Howat pudo explayarse a la manera de solista fue con los Preludios.
Chopin compuso 24 Preludios y una tercera parte de ellos fueron creados en la Cartuja de Valldemossa. En un momento de su intervención se detuvo Jean-Jacques Eigeldinger en estas piezas, subrayando que «los Preludios aparecen como microcosmos de su creación, abriendo también el camino a todo un futuro del piano», y por tanto no era una cuestión menor acudir al repaso de esta página de su historia compositiva, sucediéndose las partes en este orden: 13, 6, 4, 9, 17 y 15 este último conocido popularmente como Gota de Lluvia. Solamente faltaron por escucharse el 14 y el 16, lo que habría supuesto el repaso integral de lo escrito en Mallorca en este capítulo.
Tal vez para un mayor subrayado del papel protagonista de los Preludios en la estancia de Frédéric Chopin en la Cartuja de Valldemossa el acto finalizó con la presentación de la edición inglesa del libro escrito por Eigeldinger y traducido por el propio Howat, Inside and around Chopin’s Préludes. La edición ha corrido a cargo de la Celda nº 4, tanto como decir Pianino.
Al fondo de la estancia, permanecía iluminada la breve exposición que deja constancia de la visita, en el año 1911 a la Cartuja de Valldemossa, de Wanda Landowska, la célebre clavecinista polaca llegada a la isla para ofrecer dos recitales en el Teatro Principal de Palma. Ella, una ferviente admiradora de su compatriota Frédéric Chopin, incluso intentó comprar el pianino que se puede observar en la Celda nº 4, testigo ahora mudo de los Preludios.
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