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exclusión social

Viviendo bajo un puente en Mallorca en plena temporada turística

  • Indalecio Ribelles
  • Redactor de OKBaleares, información local de Palma, social y política. Antes, redactor en EL MUNDO/ Baleares durante 20 años.

Media docena de familias subsisten bajo un puente en Mallorca en plena temporada turística, en el barrio de Son Oliva en Palma, donde el chabolismo se extiende y prolifera como la única opción para el alto número de personas sin techo -1.900 empadronadas en el municipio- que sobreviven como pueden en la octava ciudad más grande de España, sin que se adopten medidas urgentes desde las instituciones, Ayuntamiento y Consell de Mallorca, para atajar esta situación.

El último asentamiento, ya consolidado porque sus residentes llevan más de un año allí instalados, está ubicado en el extremo final de la calle Jacinto Verdaguer, bajo el puente de la Vía de Cintura, al lado de las soterradas vías del tren.

Se trata de seis chabolas levantadas con toda clase de lonas y tablones de madera en unas condiciones de precariedad lamentable y una de ellas, instalada recientemente en el paseo peatonal. Allí sobreviven en pésimas condiciones de salubridad, sin agua corriente ni luz, sus habitantes, sin que el Consistorio palmesano, desde los servicios sociales, dé respuesta a esta situación de exclusión social.

Si bien hay casos como el de los sintecho que ocuparon el velódromo municipal en que la presión vecinal hizo que el Ayuntamiento de Palma se pusiera manos a la obra y los desalojara, en muchos otros los asentamientos de chabolas de personas sin hogar se mantienen y consolidan. El ubicado en Son Oliva está en el extremo final de Jacinto Verdaguer, una calle que comunica con el céntrico Parc de Ses Estacions, en uno de cuyos laterales se encuentra otro asentamiento de sintecho desde hace más de dos años.

Imagen del asentamiento de chabolas bajo el puente de Vía Cintura en Son Oliva en Palma.

Estamos hablando de un problema al que no se le da respuesta, ni solución habitacional ni humanitaria, más allá del reparto puntual de alimentos que lleva a cabo la Unidad de Emergencia Social de Cruz Roja (UMES).

Precisamente, en el último pleno celebrado por el Ayuntamiento de Palma, el concejal independentista de Bienestar Social, Antoni Noguera, aseguraba que «erradicar esto es muy complejo» y, quitándose de encima cualquier responsabilidad, dejaba claro que «la competencia no es del Ayuntamiento sino de las UMES del Consell de Mallorca», entidad que sólo se encarga de atender puntualmente las necesidades vitales de esas personas.

Aunque el edil reconoció que «es un problema de la ciudad donde hay que poner más énfasis en dar respuesta», la realidad es que más allá de buenas intenciones, no hay acción alguna sobre la mesa para hacer frente a esta dramática realidad. Un botón de muestra lo tenemos en la propuesta transaccional aprobada en ese pleno a la moción presentada inicialmente por Vox y cuya redacción final fue rubricada por unanimidad.

«El pleno municipal insta al equipo de gobierno a impulsar medidas sociales, habitacionales y de seguridad para las personas que viven en la calle», pero sin más compromiso, recursos, ni fecha, para su puesta en marcha.