EL CUADERNO DE PEDRO PAN

‘La vida es sueño’ o cómo travestir un drama en comedia ligera

El Teatre Principal acogió la representación de ‘La vida es sueño’ de la mano de la compañía londinense Cheek By Jowl

Comedia desafortunada, aunque divertida, viendo a Calderón leído por un hípster de la modernidad escénica que transita por un drama como si fuera una broma para tik tok

la vida es sueño
El Teatre Principal acogió la representación de ‘La vida es sueño’ de la mano de la compañía londinense Cheek By Jowl.

En los últimos años, desde que Carlos Forteza fuese elegido gerente del Teatre Principal de Palma (2016-2019), se ha mejorado sensiblemente la programación. El sucesor Josep Ramon Cerdà (2019-2023) supo mantener e incluso incrementar esas pautas. Atendiendo a las fechas, cabe decir que es una de las pocas cosas buenas que ha hecho el Pacte de Progrés. Prueba de ello es que el PP le propuso a Cerdà continuar en la gerencia. Esto me lo contó él mismo, añadiéndome que había rehusado el ofrecimiento.

Parece ser que el PP, todavía en la oposición, había señalado a Cerdà como «amigo, servidor y siervo» de la extrema izquierda separatista. Las comillas las dejó ahí, porque es una feliz ocurrencia de Federico Jiménez-Losantos, al igual que «sanchosfera», en oposición a fachosfera, tiene el copyright de Isabel Díaz Ayuso. Total, que Cerdà estaba demasiado dolido con el PP. Es una verdadera pena que la gestión cultural esté a merced de las siglas.

Forteza, con un excelente currículum en su carpeta, llegaría al Principal después de ocupar la Dirección de Comunicación en el Instituto Nacional de Artes Escénicas y de la Música (INAEM) y una vez destituido –cosas de cambio de gobierno, unido al hecho de que Cerdà sí era un pesemero pata negra- el trabajo que había desarrollado en el Teatre Principal le sirvió para ser elegido el año 2020 gerente del sevillano Teatro Lope de Vega

Entre las cositas buenas de los pasados ocho años quiero destacar potentes presencias de compañías extranjeras (un par de obras por temporada) y en cierto sentido cabe incluir en este capítulo la presencia de Cheek By Jowl. Es cierto que mediando coproducción con la Compañía Nacional de Teatro Clásico que regularmente visita la sala gran del Teatre Principal. Pero no es menos cierto que en esta visita compartida tanto la adaptación, dirección y escenografía eran ciento por ciento Cheek By Jowl.

The Guardian describe el trabajo de la compañía londinense Cheek By Jowl como «dar prioridad a la búsqueda de lo vital en el trabajo del actor, de tal manera que insufla nueva vida a los clásicos a través de interpretaciones intensas y vívidas, como un láser de luz para iluminar el texto». Lo hemos podido comprobar en la representación de ‘La vida es sueño’, que ha tenido lugar en el Teatro Principal de Palma los días 3 y 4 de febrero, coproducida por la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Cheek By Jowl, fundada en 1981 por Declan Donnellan (dirección) y Nick Ormerod (escenografía), ya había visitado el teatro español del Siglo de Oro con la puesta en escena de  Fuenteovejuna, estrenada en Londres el año 1989.

La novedad está en que el estreno de La vida es sueño en Londres, el mes de abril de 2023, se hizo en castellano y con subtítulos en inglés.  

Pedro Calderón de la Barca escribió La vida es sueño en 1635, es decir en la recta final del Siglo de Oro de las letras españolas, y lo mismo cabe decir de Fuenteovejuna escrita por Lope de Vega entre 1612 y 1614. Refiero en concreto la mirada hacia nuestros clásicos de esta compañía residente en el Barbican, cuya apertura es contemporánea de los primeros pasos de Cheek By Jowl. Siendo subjetivo como debe ser, yo me pregunto hasta qué punto influye en la mentalidad británica leer a nuestros clásicos, contemporáneos del momento cumbre del imperio español y tan desvirtuado por la leyenda negra.

Lo digo porque la impresión que me llevé al ver esta obra en manos británicas es que este drama filosófico, que lo es, acabara siendo travestido en una discutible comedia ligera donde no acierto a ver por ninguna parte el valor supremo del «láser de luz iluminando el texto». En realidad asistimos a una parodia, añadiré de mal gusto, que dando por buena la traducción de los subtítulos al inglés cultivado tenía que provocarle gran sorpresa.    

Me parece sorprendente la participación absolutamente gregaria del Centro Nacional de Teatro Clásico en esta lectura posmoderna del clásico del siglo XVII, porque hasta donde alcanzo a entender, hablo de una compañía que es por su naturaleza especializada, precisamente, en nuestros clásicos, lo que lleva implícito la preparación de los actores para acertar a dar vida al drama en toda su plenitud.

El teatro en verso, tiene su propia dinámica en absoluto asimilable con la astracanada, que como su nombre indica hace prevalecer, por encima de todo, el disparate y el ridículo. La declamación acaba siendo un completo esperpento para divertir al patio de butacas, en absoluto llevar a la excelencia unas palabras irrepetibles. Desde luego es una opción, no lo negaré, ¿A qué precio? Sabido es que la transgresión en el teatro moderno viene siendo una prioridad y no hace mucho lo veíamos en Palma con la Carmen de Calixto Bieito, donde prima ridiculizar a la Legión y el toro de Osborne. El objetivo es simple y llanamente provocar.

Los intérpretes en consecuencia se ven abducidos por un lenguaje soez por mucho que el texto se respete. Es más, por momentos no se alcanza a ver en plenitud la solidez de las palabras porque la comedia les roba su valor.

 Pregunto: ¿hacia dónde apunta el tintero del láser «para iluminar el texto»? ¿De qué luz estarán hablándonos? ¿El dumba dumba de esa canción, bien asimilable a la opereta british, que resuena como el omnipresente leitmotiv, es consecuencia del láser? Parece ser. El teatro clásico reclama un cuadro de actores preparado a conciencia, porque no es fácil transmitir la magnitud de las palabras si no se dan las condiciones necesarias. Aquí, en cambio el verso es un simple pretexto para eludir una obligación: no salirse del libreto y experimentar una mirada rigurosa al legado de nuestros clásicos, que por supuesto no lo son para la compañía Cheek by Jowl, que parece decidida a frivolizar con clásicos que no se corresponden con su tradición. ¿Devalúan también con sus gansadas la obra de Shakespeare?

Dicho todo esto. Como espectador disfruté de una comedia desafortunada, aunque divertida, viendo a Calderón leído por un hípster de la modernidad escénica que transita por un drama como si fuera una broma para tik tok.

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