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LA BUENA SOCIEDAD

Regatas, juventud y una brisa discreta en Porto Cristo

Este pasado fin de semana, el Club Nàutic de Porto Cristo volvió a vestirse de blanco náutico y sonrisas de domingo para acoger una de esas citas que, más allá de las clasificaciones y los trofeos, dejan una estela luminosa en el calendario deportivo y sentimental de la isla. Se celebró el Trofeo Memorial Juan Servera Amer 2025, reservado a las jóvenes promesas de las clases Optimist y Optimist D y puntuable para el ranking balear.

El ambiente, como siempre, entre lonas al sol, gorras de visera y miradas atentas de entrenadores y familias, tenía ese algo especial que sólo ciertos puertos saben convocar. Más de 120 embarcaciones acudieron a la llamada y entre los muelles, no fueron pocos los que se dejaron ver por el varadero con una copa de café con leche en mano, charlando sobre velas, pronósticos y recuerdos de regatas pasadas.

Los Optimist disputando el Trofeo Memorial Juan Servera Amer 2025.

El sábado amaneció con esa calma casi poética que a veces se instala en el Levante mallorquín: un mar de espejo, apenas unas motas de viento y una brisa tan discreta que sólo los debutantes pudieron aprovecharla para completar una única prueba. Lidera la clasificación Quin Brooker del CN Port Adriano, seguido muy de cerca por Boris de Crook (CN Portocolom) y Francisco Regalado (CN Portitxol).

De la cantera local, la joven María Antònia Font destacó con una meritoria quinta posición. El resto del día se pasó esperando un viento que no llegó y al final, como quien vuelve del campo sin flores, todos regresaron al puerto sin haber podido competir.

Algunos de los participantes de la regata.

El domingo, sin embargo, fue otro cantar. La mañana comenzó indecisa, pero hacia el mediodía el Comité de Regatas decidió echar al agua todas las flotas: una decisión valiente, como lo son casi todas en el mar. Y acertaron. Con algo más de viento, se pudieron disputar dos mangas por grupo, rescatando de esta forma el espíritu del Memorial y dejando a las velas desplegar su coreografía sobre el azul.

Esteban Mercer junto a su hermana Àngels y su sobrino.

A las seis de la tarde, cuando el sol empezaba a dorar las cubiertas y los aparejos, tuvo lugar la entrega de premios, entre aplausos, fotografías y algún que otro abrazo de sal y orgullo. El mejor clasificado local fue el joven Sergi Riera, que finalizó en el puesto 89 de la general Optimist, mientras que la ya mencionada María Antònia Font rozó el podio en su categoría, quedando cuarta entre los debutantes.

Hubo galardones también para los primeros clasificados de las categorías Sub-11, Sub-13 y Sub-16, tanto en masculino como en femenino, además de los mejores en la clase Optimist D y, por supuesto, el mejor representante local.

La casa de Rafa Nadal y Mery Perelló en Porto Cristo, en el centro de la imagen.

Y como anécdota al margen, no pasó desapercibido entre los presentes el elegante catamarán de Rafa Nadal, amarrado discretamente en las cercanías del club, como un guiño silencioso del campeón a su tierra y a su mar. Porque en Porto Cristo, mar y memoria siempre navegan de la mano.

Por cierto, que la casa de la familia Nadal Perelló, obra de OHLAB Arquitectura, también se divisa al otro lado del puerto natural más bello de la isla. Y romántico claro, sobre todo desde que supimos que la pareja ha bautizado a sus dos hijos llegados al mundo con pocos años de diferencia. La pareja ha hecho match sin duda, sólo les queda ya jugar la pelota de partido, el match point de la vida en armonía, el más difícil de ganar para todos. Les deseo la mayor de las suertes y que Dios les dé muchísimo amor para ser campeones de la vida