Ni el CNI ni el Ministerio del Interior: así se eligen los nombres de las operaciones policiales en España
'Operación Correa', 'Gürtel', 'Caso Koldo' o 'Enroque Manso Bal' son algunos de los nombres elegidos

¿Se han preguntado ustedes en alguna ocasión quién pone los nombres a las operaciones policiales en España? ¿Un comité de poetas frustrados de la Guardia Civil y de la Policía Nacional? ¿Los agentes más cachondos y divertidos del Cuerpo? ¿Una inteligencia artificial adicta a los chistes internos? ¿O quizá un agente que perdió una apuesta y ahora se desquita con el diccionario de sinónimos? Porque, seamos sinceros: si algo caracteriza a las operaciones policiales de este país no es solo la puntería, sino la creatividad nominal.
Empecemos por lo básico: cada investigación necesita un nombre. No vaya a ser que detener a un capo de la droga o destapar una trama de corrupción resulte demasiado soso sin un título digno de Hollywood. Así nacen joyas como la Operación Gürtel (cinturón, en alemán, porque Operación Correa sonaba demasiado a mercería). Una elección tan refinada que uno imagina a los agentes consultando un diccionario trilingüe mientras toman café con un aire de superioridad lingüística.
Pero la cosa no se queda ahí. En Baleares, por ejemplo, se lucieron con la Operación Enroque Manso Bal. Un nombre que parece más una receta de cóctel que una operación policial. Enroque, por lo del ajedrez; Bal, por Baleares; y Manso, en homenaje a un inspector jefe jubilado, al que le tengo muchísimo aprecio, respeto y cariño. Qué detalle, oiga. Uno se pregunta si el homenajeado estaba al tanto o sí descubrió su tributo entre titulares sobre una red criminal. «Cariño, ¡mira! ¡Me han dedicado una operación contra el crimen organizado!».
Y claro, luego están las operaciones con títulos más… directos. «El bueno, el feo y el malo». Clásico. Solo que, según cuentan, al «feo» no le hizo mucha gracia. No todos los días te detienen y, además, te insultan en el parte oficial.
El mejor detalle es que no existe un manual para poner estos nombres. Nada de códigos, reglas o pautas. Todo depende del humor del investigador de turno. Si ese día desayunó bien, igual tenemos una Operación Amanecer Dorado; si no durmió, quizá salga una Operación Café Triple. La imaginación es la única ley.
Y así seguimos, con cada caso nuevo convertido en un pequeño enigma lingüístico que haría llorar de emoción a los guionistas de CSI. Al final, uno empieza a pensar que el verdadero misterio no está en los delitos, sino en las mentes creativas que los bautizan.
Porque sí, en España la corrupción puede ser sistémica, pero al menos los nombres de las operaciones… son una obra de arte. Tengo que reconocerlo. En cierta ocasión, hace ya unos años, yo tuve el privilegio de bautizar dos operaciones policiales. No digo más.