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PRIMERA LÍNEA

Ellas o elles lo llaman tortura de bajo impacto

La prensa local apesebrada o lo que es igual, renunciando a su función de observadora crítica y objetiva de la realidad política, se ha hecho eco de la llegada a España de las activistas de la flotilla naturales de la isla, elevando a titular: «Hemos sufrido tortura de bajo impacto» o bien «No regresaremos a Mallorca sin Reyes Rigo», o sea, la tercera podemita mallorquina, que no cogió el avión por quedar retenida debido a que mordió a una dentista que simplemente la estaba examinando. Les valentes dones 2.0 o así. Me van a llamar de todo. Que lo hagan, pero me jode eso del bajo impacto.

Empecemos por definir tortura, según la RAE, que algo sabrá de ello como Real Academia de la Lengua Española. Resulta que nos dice: «Delito por el que se castiga a las autoridades o funcionarios públicos que abusando de su cargo la practican». ¿Qué tortura? Por ejemplo acudamos a los sinónimos y antes, la descripción genérica: «Grave daño o dolor infligido a una persona o animal». ¿De qué manera? Vayamos entonces a los sinónimos: tormento, suplicio, martirio, calvario… Han regresado muy enteras, como para ir a pensar que han sido torturadas. Bien peinadas, duchadas después del mes de juerga mediterránea y sin rasgo alguno de violencia. Las imágenes es lo que nos transmiten, sin lugar a dudas, regresadas a España.

¿Alguna de las víctimas inocentes del 7 de octubre de 2023 pudo regresar a casa entera, duchada y sin rasgo alguno de violencia?

Aquí es cuando entra en la partida el relato. Todos, todas y todes, vueltos a casa después de cinco días; repiten cual papagayos «tortura, tortura, tortura» y no hay nada más que decir. ¿Nada de la ayuda humanitaria? No la había, según las fuentes israelíes, y como no han sido desmentidas con pruebas es lo más probable que no la hubiera. Todo era un montaje propagandístico.

Una de las tres podemitas isleñas navegantes resulta que es concejala en Palma y parece ser que no hay manera ¿legal? de suspenderle un mes de sueldo por las vacaciones piripi que se ha tomado a costa del contribuyente. 

No quiero dar más nombres propios, sencillamente porque no me da la real gana. Es pura basura que no tiene ni idea de la vocación de servicio, que es a lo que se dedica una administración local con un mínimo de dignidad. La concejala podemita de Palma ha vivido del cuento como mínimo durante el mes de marras y no parece haber manera de exigirle devolver la nómina a modo de compensación, pese a que el alcalde de Palma lo ha intentado por entender que se había producido una dejación de funciones.

La pregunta es: ¿cuál es el significado de dejación? Te lo digo: abandono y renuncia, sin ir más lejos. La RAE. La pregunta es: ¿en la empresa privada, habría sido posible? No, en absoluto, por torturas de bajo impacto que se inventen, y es entonces cuando entramos en el territorio de la casta intocable. Viven del cuento, a cargo de nuestros impuestos y los perroflautas aplauden con las orejas, porque les importa un carajo para qué sirven los presupuestos.

La tortura de bajo impacto equivale a cuando te detienen, con síntomas de alcoholemia y te llevan al calabozo contra tu voluntad, titubeante y viendo doble. Pero en el relato woke mencionar tortura equivale a mentar a la bicha, que es manera de multiplicar el efecto mediático. Pro-pa-gan-da. 

A la concejala podemita de Palma, que tuvieron que ducharla los israelíes por lo mal que olía después de un mes de jauja, le quedan dos años de ir a cobrar 58.000 euros por ejercicio. Después, a su puta casa. Salvo que mis queridos votantes baleares de izquierdas le quieran regalar otra pausa más a cuenta de las arcas públicas para seguir dándonos la tabarra woke.