‘Dead league’ en Son Bibiloni

Mientras el suplente del presidente Kohlberg, Alfonso Díaz, presumía ante las cámaras de IB3 de «pioneros en hacer cosas diferentes», su lamentable explicación de la payasada de Maffeo en el circo de la Kings League, el telar de fondo era al terreno de juego de uno de los campos de la Ciudad Deportiva de Son Bibiloni donde el Mallorca B acababa de ser desconectado de la máquina que le mantenía con vida en esta categoría que llaman Segunda Federación como la podrían llamar «séptima UEFA».
El CEO con oficina en Son Moix afirma que acciones como la que ha generado las mayores críticas de la semana atraen a los jóvenes hacia el club, o sea la SAD. En todo caso los acercan a internet o a las redes sociales, nada especialmente recomendable por muchos seguidores que uno crea que tiene. Su jefe debería explicarle que las inversiones publicitarias a gran escala en los Estados Unidos no miden las audiencias por el número de espectadores, oyentes o lectores, sino por la credibilidad que cada soporte mediático ofrece. En su caso, ninguna.
Si el Real Club Deportivo Mallorca Sociedad Anónima Deportiva, fuera algo más que un equipo profesional en primera división, lo sucedido el año pasado con el Juvenil División de Honor, desmantelado en un dechado de incoherencia y dejadez, unido a la desidia con que se ha dejado morir al filial una temporada después de haber ascendido, aunque fuera un peldaño menor, la comba de responsables del fútbol formativo en la Ciudad Deportiva Antonio Asensio, si es que se les puede llamar así, estaría firmando su renuncia al mismo tiempo que el sugeridor que ha sugerido la patochada de referencia redactaría una amable carta de dimisión remitida a Phoenix (Arizona) con copia al acristalado despacho del «pionero» de marras.