LA BUENA SOCIEDAD

Ángeles Cereceda, la heredera de un genio

Ángeles Cereceda

La pintora más elegante en su arte nació en Santander, su familia es de allí y es la segunda de cinco hermanos. Sé y se nota que tuvo una feliz infancia muy viajera. Su padre trabajaba en el Banco de Santander y al poco tiempo de nacer la futura artista les trasladaron a Galicia, más tarde a Extremadura, para acabar en Palma cuando tenía unos 14 años. Pertenece a lo que entonces se describía como una familia acomodada, curioso término, ahora ya difícil de aplicar.

Su madre era una apasionada del arte y una gran dibujante que, como mayor diversión, las mañanas de domingo ponía a todos sus hijos a inventar y dibujar sus propios cuentos que luego ella grapaba y relataba con gran orgullo de cada uno. Ángeles me recordaba hace muy poco el interés de sus padres en visitas culturales aprovechando sus largos viajes en coche destinados al veraneo en el norte. Leyendo hasta aquí ya habrán intuido ese aroma elegante a salitre que envolvía a la familia durante sus veraneos de vuelta a casa. Hay sensaciones que solo las emociones explican, volver a casa, al acogedor hogar, da a todos seguridad. Aunque haya que cruzar el mundo.

Ángeles transmite ese hogar que todos buscamos. Es serena, elegante y discreta, pero de afirmaciones duras. Recuerdo tenerla a mi izquierda en un almuerzo que di en casa y en el que todo salió mal, menos la compañía. Estuve a punto de perder el oremus, porque lo que estaba pasando con el servicio era inconcebible. La dama que recibía los honores ese día, ella, que acababa de entregarme un retrato maravilloso, se percató enseguida de mi ansiedad casi incontrolable y comenzó a repetir como un mantra, tranquilo, eso pasa, lo importante es que nos divirtamos y que te diviertas. Me salvó de un ridículo asegurado pues lo peor que puede hacer un anfitrión es transmitir su malestar a sus invitados.

Ángeles Cereceda
Carlos Lantero, retratado por su esposa Ángeles Cereceda. 

En fin, las circunstancias le ponen a uno en situaciones que necesitan de la ayuda de personas ángel, que es como llamo a esos seres de luz que con una sonrisa te devuelven a la serenidad. Ángeles es una de ellas, no critica, no compite, no transmite ansiedad ninguna por destacar, pero quizás sea hoy una de las mejores retratistas al óleo del mundo. Aprendió del más grande, que la designó heredera de su estilo. Xim Torrents Lladó.

Fue mala estudiante, me cuenta, y yo que siempre pensé que había sido una empollona y no, pero tuvo una buena formación en colegios religiosos hasta completar el bachillerato, pero no quiso seguir estudiando. La enseñanza ha progresado mucho pero entonces resultaba difícil para una personalidad imaginativa y distraída como era su caso.

Aún no tenía clara una vocación artística pero sí la firme decisión de zambullirse en el placer de dibujar. Aprovechando sus aptitudes naturales le complacía la idea de aprender un oficio. Después de un año en la escuela de artes y oficios de Palma, conoció la Escuela Libre del Mediterráneo en 1982. Su rápida adaptación al riguroso método, junto con un ágil aprendizaje, consiguieron despertar en ella la emoción, el gusto por el oficio y una clara convicción sobre su futuro profesional.

Así fue como se convertía en pintora. Conoció a Joaquín Torrents Lladó y rápidamente conectaron en una mutua admiración, más que justificada, demostrando una gran intuición profesional por la suya adivinando un talento en Ángeles del que no era todavía consciente.

Ángeles Cereceda
Ángeles y Esteban el día que éste recibió en casa el retrato que le hizo la artista.

Posó para decenas de retratos. Aprendió que la insatisfacción, además de inherente, es una propiedad necesaria para este oficio. Descubrió el valor de la coherencia, la disciplina y la honestidad junto con la constante necesidad de búsqueda que supone el trabajo artístico. Conoció a otros artistas e intelectuales, tan necesarios en la soledad del taller. Participó en muchos y diversos proyectos que la enseñaron a salir del individual ensimismamiento creativo y lo más curioso, posando para muchos de sus retratos descubrió algo fundamental: siendo mirada aprendió lo que es mirar.

De esa etapa conserva anécdotas curiosas, como el estupendo retrato que Joaquín le pintó a Bartolomé March en apenas 30 minutos, por la fobia que tenía a permanecer más de ese tiempo en un lugar por el miedo a ser secuestrado.

Compaginar dos personalidades creativas es difícil de sostener y vivir apasionadamente incomoda, duele, te enfrenta… pero ocurre que en esa vorágine se comparte el mismo instinto, el mismo estímulo, se comparten impulsos que no se pueden reprimir, que aúnan el paso de dos personas que finalmente se sienten cómodas fuera de los convenientes esquemas sociales. Joaquín y Ángeles se enamoraron.

En 1985 la princesa Carolina decide recuperar el proyecto de su madre Grace Kelly de los Ballets de Montecarlo con una coreografía de la obra de Stefan Zweig 24 horas de la vida de una mujer. Participó dibujando los telones que reproducían un Montecarlo de 1927. Así fue como conoció a SAS la princesa Carolina de Mónaco. En el estreno, todo un acontecimiento social al que acudió toda la familia monegasca, la misma Carolina les presentó a Karl Lagerfeld, quien también colaboraba en el proyecto con el diseño del vestuario. Glamour del bueno, brillo auténtico de diamantes y princesas con historia, que son las que pasan a la gran historia. ¿Imaginan un mundo sin Carolina en esa época? No sería ni el que vivimos entonces ni la herencia que nos ha dejado la hoy alteza real aunando belleza, rebeldía y mucha inteligencia.

En 1990 Ángeles tuvo la suerte de que Antonio de Senillosa apadrinara su primera exposición en las míticas Galerías Costa de Palma escribiendo un texto de presentación. Eso supuso un sólido respaldo en su primera experiencia individual. Más glamour. Muchos otros le siguieron en el gesto de apoyar su trabajo con sus textos: Baltasar Porcel, Marcos Ricardo Barnatán, Carme Riera, José Luis de Vilallonga, con quien compartió un verano pintando en su pequeño pero interesante jardín y quien le presentó galería en Paris, Antonio Mingote que no perdió oportunidad de hablar de su trabajo en la Real Academia a Víctor García de la Concha, entonces director y que luego también colaboró con un estupendo texto para su expo en Madrid en el 2000.

Su buena amistad y relación con la familia Buades y Beatriz Tellechea, entonces propietarios del Hotel Formentor, le dieron la oportunidad de entablar una buena amistad con Joaquín Barraquer y el privilegio de conocer y compartir conversaciones en el hotel con Carlos Fuentes, quienes también tuvieron la generosidad de dedicarle unos textos. Carlos García Delgado, escritor y arquitecto, con quien ha compartido interesantes tertulias y una ya larga amistad. O el insigne poeta Antonio Colinas, quien, más que un texto, la animó a editar un librito a propósito de la exposición Venecia. O su buena amiga Ana Palacio, la que fuera gran ministra de Asuntos Exteriores, a quien conoció a través de Joaquín mucho antes de ser ministra y con quien todavía hoy comparte semana de vacaciones en su casa de Urrijate y frecuentes escapadas a Italia. Alguien de quien siempre ha recibido un gran apoyo profesional. No saben la sorpresa que me llevé al ver a mi admirada Ana Palacio posando junto al retrato que Ángeles me estaba haciendo. Me emocioné con la obra y con la anécdota tan inesperada como halagadora.

Ángeles Cereceda
Ana Palacio posa junto al retrato de Esteban Mercer.

Recuerdo otra que demuestra la educación de estas hermanas que tan importantes llegaron a ser. La añorada Loyola de Palacio y Ana Palacio, visitaron una tarde de verano el predio de Can Bosch, en Pollença. Vieron y disfrutaron de toda la belleza que ese lugar expande, pero se negaron a entrar en la capillita de la noble casa porque llevaban bermudas y camisetas frescas. ¿Existe mayor demostración de respeto por un espacio para nosotros sagrado? Estos gestos demuestran solo eso, respeto, el que ya no se ve, el que ya no se entiende.

Precisamente fue Ana quien le hizo el encargo para pintar el mural que preside la sala de reuniones de su despacho en Bruselas. Aunque ya había pintado con Torrents la decoración de las paredes de su casa-estudio, fue con este proyecto con el que se estrenó pintando una gran superficie mural.

Grandes amigos como Antonio Palmer, magnífico diseñador gráfico con quien conoció a fotógrafos como Alberto Schommer, luego Premio Nacional de Fotografía, con el mismo premio Leopoldo Pomés, o el molt nostre Toni Catany de quienes conserva los fantásticos retratos que le hicieron, la han marcado profundamente.

Estados Unidos y Japón

Ha pasado mucho tiempo desde esa primera exposición en Palma. Desde entonces ha tenido la suerte de continuar viajando con su trabajo por España y Europa. En Estados Unidos es donde actualmente mantiene un ritmo de exposiciones fluido pero es en Japón, país al que ha viajado más de cinco veces, donde la lista de exposiciones y ciudades es más larga y la aceptación y reconocimiento de su trabajo es más gratificante.

Profesionalmente, en la actualidad, en España es más conocida por los retratos, aunque es un tema que durante mucho tiempo evitó. El retrato es un encargo muy comprometedor, un reto que tardó tiempo en aceptar, porque para un artista un retrato es un encargo que, a priori, siempre está abocado al fracaso, difícilmente coincidirá la idea que uno mismo tiene de su retrato con el resultado proveniente de los ojos del que pinta. No es mi caso desde luego.

En 2014 recibió el encargo del Consell de Mallorca para pintar el retrato de Rafael Nadal y aceptó el desafío. Ángeles define la agradable experiencia de conocer a la familia Nadal. La recibieron en su casa y el mismo Rafa aceptó pacientemente posar facilitando el material suficiente para acometer semejante compromiso con un personaje tan conocido e importante para estas islas. Se puede decir que es entonces cuando se marca la inflexión y se mete de lleno en aceptar más encargos e incluso pintar retratos a amigos y parientes por el placer de hacerlo.

Ángeles Cereceda
Retrato del tenista Rafa Nadal, obra de Ángeles Cereceda.

De su lista de amigos muy queridos, de esos que se tienen pocos, Ángeles quiere mencionar a Ceci Sandberg. Fue ella la que se empeñó en que nos conociéramos. Y fue ella la que en un momento muy difícil de la vida de la artista le ofreció su apoyo, su casa, sus amigos. Una persona con un talento excepcional para las relaciones públicas, que facilitó siempre cualquier ayuda profesional y personal y a quien ha tenido el privilegio de acompañar hasta el último día de su vida.

Desde que comenzó con su formación profesional, todo en su vida personal ha girado en torno al trabajo. Lo único que fue retomando fue su afición a los caballos. Desde pequeña, en Extremadura, fue su única actividad deportiva. Y es precisamente en ese ambiente donde conoció en el año 2000 al que hoy es su marido, Carlos Lantero Benedito, con fuertes ascendentes artísticos. Su personalidad abierta y optimista complementa la introspección de una mente de artista siempre en conflicto dentro de un trabajo solitario e inseguro.

De todos los acontecimientos de su vida el más importante sin ninguna duda es el nacimiento de su hijo Gonzalo. Más allá del tópico, el cambio de vida y de mentalidad que supone tener un hijo trasciende a todo lo demás y con toda seguridad influye en un trabajo que se fundamenta en las propias emociones. Toda vivencia positiva y negativa siempre es un factor clave en una personalidad creativa.

Desde hace un par de meses la familia se ha trasladado a vivir al centro de la isla, Sencelles, allí está montando el nuevo estudio. De allí saldrá magia, la que crea esta mujer dulce y sin duda fuerte que se enfrenta a un lienzo en blanco para convertirlo en un retrato del alma. Toda su obra gira en torno a esa sensibilidad que Torrents Lladó supo ver y fomentar. Él, el padre de los dos hijos de Ceci Sandberg, nuestra amiga querida, que también las unió para siempre. Se dice que el artista expulsaba de su entorno a sus alumnos sin talento suficiente para estar a su altura de maestro. Con Ángeles encontró heredera natural, pero con estilo propio.

Me he explayado hoy con las negritas de la mejor sociedad, no se quejarán.

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