Allende Blanco, novedad circunstancial en ‘El Consorcio’
La gira 'De Mocedades a El Consorcio' llegó al Auditórium con la hija de Sergio y Estíbaliz como sustituta de su tía Amaia
Con un lleno absoluto, sobre el escenario nos disponíamos a presenciar una rigurosa mirada al pasado
Desde el año pasado El Consorcio se encuentra embarcado en la gira que lleva como título genérico De Mocedades a El Consorcio, que no deja de ser un guiño a su álbum de 2010, grabado en Costa Rica, De Mocedades a El Consorcio. 40 años de música. Tanto es así, que los 23 temas de este doble disco estuvieron representados, como mínimo, por una decena en la que destacaban aquellas rarezas que responden por California Dreaming y Pange Ligua.
Esta gira les acercaba al Auditórium de Palma el pasado 2 de febrero, sólo dos meses después de producirse en Bilbao el anuncio de que Allende Blanco Uranga se incorporaba a El Consorcio para cubrir la baja de su tía Amaia, que atraviesa un mal momento en su estado de salud debido al proceso seguido por la enfermedad autoinmune crónica que le aqueja desde hace años. Allende es hija de Sergio y Estíbaliz.
Situados ya en la sala magna del Auditórium, con un lleno absoluto, sobre el escenario nos disponíamos a presenciar una rigurosa mirada al pasado, que es tanto como irse mucho más allá de los grandes éxitos desde que el año 1967 apareciese en escena Mocedades. Porque estamos hablando de valores que han ido decayendo alarmantemente, encarnados en el sentido más esclarecedor que encierran los textos de sus canciones, dedicadas al amor, su manera entrañable de entenderlo y ejercerlo, en unos tiempos que en la práctica ya han dejado de ser determinantes. Pero allí seguían estando los hermanos Uranga (Estíbaliz e Iñaki), además de Carlos Zubiaga, ellos que encarnan una manera pretérita de entender el mundo de las relaciones y en este sentido, la presencia de Allende no dejaba de ser una bocanada de aire fresco que nos recuerda que las tradiciones se maceran en la familia.
El público presente, mayoritariamente encadenado al paso del tiempo, así lo evidenciaba su aspecto, allí estaba para certificar el testimonio de unas verdades que se han ido apagando y olvidando. Por eso mismo la presencia de Allende era una bocanada de aire fresco, a pesar de ser una novedad circunstancial en El Consorcio: una joven cercana a los 42 años, recibiendo el testigo de sus mayores, próximos a ser ya octogenarios.
La gran ironía de la velada, por lo que tenía de hacer uso de las ventajas del presente para evocar gestos del pasado entrañable, llegó en el momento de comenzar a cantar –si no recuerdo mal-, Tómame o déjame. Entonces, fue Iñaki Uranga a encender la linterna de su móvil, zarandeándolo al viento, y de inmediato el público siguió la consigna; ese mismo público, que en los tiempos del tardofranquismo, inicios de la Transición, encendía mecheros para secundar con profundo sentimiento las ansias de cambio. Digo, ironía, refiriéndome a la espontaneidad de hacer compatible los usos del pasado y ventajas del presente para reivindicar aquellos valores que no merecían ser olvidados, y con el mismo convencimiento, sea con mecheros o móviles.
En todo eso iba pensando mientras transcurrían las dos horas fijadas para el espectáculo, sabiendo, además, que podía ser la despedida definitiva de una manera de hacer las cosas, hoy completamente olvidadas. El primer aviso llegó con la muerte de Sergio Blanco el año 2015 y ese conato de cerrar un capítulo sobrecogedor, salvado en el último momento por el éxito de la gira de despedida de El Consorcio. Hoy, en cambio. Si la ausencia de Amaia se convierte en definitiva, por incapacidad, entonces apaga y vámonos.
No merece la pena permanecer en activo, si con ese gesto conviertes todo un legado de profundas consecuencias en simple the show must go own.
Seguía pensando en ello con nostalgia, mientras iban desfilando temas de la emocionante significación que encarnaron La otra España, Palabras de amor (y otras cosas prestadas de Serrat), Cantinero de Cuba, El cha cha chá del tren, Le llamaban loca, Amor de hombre o Eres tú. Sobre el escenario una auténtica leyenda llamada a su inminente finiquito, y por eso mismo acudí al Auditórium. Para decirles adiós, desde el inmenso amor de mi corazón agradecido por las melodías, que regaladas durante medio siglo nos recuerdan que no es momento de desistir, y sí lo es de vivir.