2.000 familias de Baleares se movilizan para retrasar la compra del primer móvil a niños y adolescentes
Se han unido a esta iniciativa a través de un grupo de Telegram y Whatsapp impulsado por dos padres, Laura y Xim
El próximo paso de los impulsores de la iniciativa es realizar encuentros presenciales con padres y crear debates
La mitad de los jóvenes ya han recibido imágenes eróticas a través de dispositivos móviles, el 5% ha sufrido sextorsión y uno de cada diez ha recibido una proposición sexual de un adulto. Son datos que han provocado la reacción de muchos padres y que evidencian un problema general: el 90% de los adolescentes llega a la ESO con móvil.
Laura Moyà y Xim Fuster son los padres de un niño mallorquín de primero de la ESO, cuyos compañeros de clase tienen móvil; todos menos él. Por ello, han decidido crear un grupo de Whatsapp y Telegram con la idea de concienciar a las familias de Baleares para que posterguen la entrega del móvil a sus hijos.
Y es que la iniciativa llamada Adolescència sense Mòbil está teniendo un éxito rotundo en sus primeros días de vida. Casi 2.000 familias de las Islas se han unido a estos grupos, cosa que ha provocado la alegría de los impulsores de este movimiento. «Estamos sorprendidos de la gran acogida, ya no estamos solos en esto». Ambos insisten en que el próximo paso es organizar encuentros presenciales con las familias y debatir sobre cuándo se debería entregar el primer dispositivo móvil.
Una de las principales causas del problema es la presión social a la que se ven sometidos muchos padres. «Muchas familias compran un móvil a su hijo por presión social. No quieren ser menos que los demás y la presión te lleva a ello. Nosotros en este sentido estábamos solos en esto, pero nos hemos dado cuenta de que muchos padres piensan igual y ya no estamos tan solos como creíamos», manifiestan.
En relación a esto, explican que han conocido «muchos casos de padres que no querían, pero al final se lo compraban. En algunas situaciones es el profesor el que te dice que el alumno necesita el móvil para determinada actividad. Por lo que los padres algunas veces se encuentran indefensos y se ven obligados».
Una de las medidas que podría reducir considerablemente el problema es la creación de una norma unificada. «Actualmente son los claustros de cada colegio los que deciden si es un centro libre de móviles o no. Entendemos que los colegios quieran tener su propia autonomía, pero creemos que tiene que haber unas normas básicas para todo el mundo». Consideran que la Conselleria de Educación debería pronunciarse para «no llevar la presión a los claustros y las familias».
Desconocen hasta dónde llegará la iniciativa y temen que muera de éxito, pero explican que para ellos «ya sería una victoria que la mayoría de alumnos de primero de la ESO de al menos un solo centro no tenga un móvil. Esto sólo se consigue convenciendo a las familias y que los centros vean ese cambio de dinámica en los padres para que al final sean espacios libres de dispositivos móviles».
Los datos de un estudio de UNICEF revelan que uno de cada tres adolescentes tiene datos ilimitados y que solo el 25% de estos jóvenes tiene control parental. Para más INRI, entre los dos primeros cursos de la ESO, nueve de cada diez estudiantes de Baleares ya tienen teléfono y un 34,4% se pasa más de cinco horas al día conectado a internet.
En este sentido, tanto Laura como Xim aseguran que la invasión tecnológica en los centros y en las aulas conlleva «una pérdida de atención, de concentración y de rendimiento. Las tecnologías en teoría tienen que ayudar y parece que restan». De hecho, se han abierto debates alrededor de la obligatoriedad de comprar, por ejemplo, un Chromebook. En Menorca, un grupo de maestros ha conseguido crear una comisión en el Parlament para que se debatan estas cuestiones.
Por último, los impulsores de la iniciativa remarcan que no quieren prohibir los teléfonos móviles ni pretenden decir a nadie cómo tiene que educar a sus hijos. «No se trata de dar miedo ni crear división social, sólo queremos que la gente se pare a pensar y reflexionar», apuntan.
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