Coco Robatto, el hombre fuerte de Abascal en Andalucía
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Su nombre es Jacobo González-Robatto, pero prefiere que le llamen ‘Coco’ y así lo hace el mundillo político. Su andadura mediática comenzó en la pasada legislatura como portavoz de Vox en el Senado, cuando protagonizó sonadas intervenciones desde su solitario escaño dentro del Grupo Mixto que le hicieron granjearse el favor de la planta noble del partido con sede en la madrileña calle de Bambú. Para las elecciones del 23J, Coco fue designado por la formación conservadora como candidato al Congreso por la provincia de Granada. Alto, de complexión atlética, siempre con la camisa abierta hasta, al menos, el tercer botón, el hombre fuerte de Abascal en Andalucía, que viste como un personaje cinematográfico de los años treinta, se acerca cada vez más a su objetivo de ser diputado y compartir escaño con los nombres clave del partido, uno de sus principales objetivos desde que aterrizó en la formación de derechas.
Robatto, que debe su alias a la primera palabra que aprendió a decir uno de sus hermanos, cuando intentaba llamarlo Jacobo, era una persona totalmente desconocida cuando entró en el ámbito político, aunque ha ido escalando con celeridad puestos de relevancia hasta ocupar el mencionado sillón de senador autonómico y convertirse en el portavoz de su partido en la Cámara Alta, ejerciendo como hombre de confianza del presidente de su formación, al que acompañaba en actos e intervenciones por toda España. Poco antes de acabar la legislatura, fue relevado por la cordobesa Pepa Millán, hasta entonces asesora del grupo parlamentario andaluz, una decisión que no gustó a Robatto y su entorno, y así se lo transmitió en su momento a la misma cúpula que no ha dejado sin embargo, de confiar en él.
Hijo de un reputado empresario que fue dueño de Pescanova, Consejero Delegado de Barclays, Presidente del Grupo Cortefiel y Director General financiero en el Banco Popular, estudió en el madrileño Colegio Retamar del Opus Dei, como el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, y culminó sus estudios universitarios de ADE en la Universidad CUNE, siendo fichado posteriormente por KPMG. Años después, dejó su trabajo para estudiar un MBA en la escuela de negocios IESE, abriéndose camino en la empresa turística y mudándose a Barcelona, residencia que cambió por Sevilla, cuando contrajo matrimonio con la influencer hispalense Rocío Osorno, con la que tiene dos hijos. En la actualidad, reside de nuevo en su Madrid natal.
Coco, al que los más cercanos llaman «el doble de Abascal» y sus enemigos denominan como «el peaky blinders» por su estilo «hispter» de vestir, con ánimo de asimilar a los miembros de Vox al quehacer de la banda mafiosa de la famosa serie televisiva, es, para quienes lo conocen, un hombre inteligente, de verso suelto y muy culto. Simpático, amable y apasionado de la historia y la política, los que sólo saben de él por sus paseos por el Parlamento andaluz o el Senado lo describen como un «hooligan de España», que defiende a fuego sus ideas. Agresivo en el gesto y en la forma, de mentalidad cerrada y forjada en una «ideología arcaica». De chulería marcada y fingida seriedad lejana, todos coinciden en que su imagen se aleja de la realidad en las distancias cortas, donde se muestra mucho más relajado y atento.
El candidato al Congreso en Granada por Vox, conoció a Abascal precisamente por esa afición por la historia que ambos comparten, ya que en redes sociales solía subir pequeños vídeos explicativos con anécdotas de la historia de España que llamaron la atención del líder de Vox, que acabó embarcándolo en su proyecto.
En una entrevista, Coco explicaba los llamativos símbolos de su moto, su otra gran afición, que le ha permitido recorrer y conocer España subido a sus lomos. «La lucha contra el totalitarismo y en defensa de la libertad», principios que asegura defiende su partido, son evocados por la bandera del Tercio de Flandes y la boca del tiburón, en honor a los aviones de combate aliados que lucharon contra los nazis en la II Guerra Mundial.
Amante de la hispanidad y de todo lo que tenga que ver con el pundonor de nuestro país, el candidato al Congreso, Jacobo, ha mostrado la entereza del arraigo ideológico, presentándose por una provincia que hasta el momento no representaba y que vio despedirse a Macarena Olona de su mano, cuya campaña a la presidencia de la Junta coordinó el pasado año. El coraje identitario de un país de iguales, que tanto defiende, ha superado el reparto de provincias, regalándole con el nombre de Granada, en un guiño a los que se fueron del partido, el sillón en el Congreso al empresario español que nunca tiene frío. O eso dicen.
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