750.000 búnkeres cubren la superficie de Albania
Como bien podemos ver habitualmente en TourAffinity, casi cualquier construcción o paraje es susceptible de ser visitado por un viajero curioso. Se puede dormir en los árboles, entrar en bosques de piedra, dormir en tuberías… Así que, ¿por qué no visitar búnkeres?
Ahora que parece que la amenaza nuclear ha llegado a su fin y que las guerras se llevan a cabo de otro modo, los búnkeres han dejado de ser útiles. De ahí que en muchos lugares se hayan restaurado con el objetivo de abrirlos al público. Pero si hay un país en el mundo donde proliferan de un modo irracional es en Albania. Este pequeño país europeo alberga unos 750.000. No, no hay ningún error en los ceros… son ¡750.000! Y actualmente la población es de unos 3 millones de personas.
Búnkeres allá donde mires
¿Y cuál es la razón de esta cantidad irrisoria de búnkeres? Sencilla: el dictador Enver Hoxha no era un hombre demasiado confiado y esperaba la invasión o de Estados Unidos o de la propia Unión Soviética. Así que no se le ocurrió otra cosa que sembrar el país de estas construcciones de defensa. Pero no iba a hacer cien o mil… se le fue la mano y supero los 700.000.
Lo más curioso de todo es que hasta hace bien poco los albaneses no han descubierto un gran búnker antiatómico. Este ejemplar mejorado está cerca de Tirana, la capital, se encuentra a 100 metros de profundidad, con cinco pisos y 106 habitaciones, y en él podían habitar unas 250 personas. No fuera a ser que a Hoxha lo fueran a pillar en medio de una explosión atómica.
Los albaneses desean que este búnker, denominado Bunk Art, se convierta en una atracción turística en la que hacer exposiciones que narren la historia de Albania en la época de la Guerra Fría, así como acondicionar salas para exposiciones de arte contemporáneo.
No obstante, dejando el Bunk Art aparte, el viajero solo tendrá que pasear por cualquier zona del país para toparse con búnkeres de todo tipo: abandonados, grandes, pequeños, integrados en otras construcciones… Y da lo mismo dónde: carreteras, playas, campos, cementerios… De hecho, los más grandes se están aprovechando para atraer a la gente y, por qué no, para ahorrarse levantar un edificio. Un restaurante búnker siempre es curioso. Pero bueno, los usos son muchos: desde bodega, hasta baño, vestidor, despensa, lugar donde quedar con los amigos para hacer botellón. La imaginación de los albaneses pone el límite.
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