El Bosque de los Suicidios, ¿leyenda o realidad?
Como amante de Oriente, has echado el resto y te has ido de viaje a Japón, donde, como es costumbre, visitas el Monte Fuji –que para algo es el símbolo del país–. Pues bien, si te ha entrado la melancolía, sufres de depresión o el viaje te ha provocado cierta negatividad, evita el Bosque de los Suicidios que se extiende en una de las laderas de esta montaña sagrada. Su nombre autóctono es Aokigahara (mar de árboles)
¿Qué te ha entrado la curiosidad y quieres visitarlo ya que, además, hace poco se ha estrenado una película sobre este paraje? Allá tú, puede que salgas peor que entraste. Para llegar hasta este “tenebroso” lugar existe un sendero que no destaca demasiado (ya que no es muy turístico), pero que todo el mundo conoce por aquellos lares. Solo deberás preguntar a cualquier lugareño.
Si decides adentrarte en el bosque, encontrarás múltiples letreros que si no sabes japonés no entenderás, pero que vienen a decir más o menos que si estás pensando en suicidarte, busques ayuda en tu familia.
Curiosear en el Bosque de los Suicidios
Como la mayoría de los occidentales no entienden lo que pone, suelen seguir adelante tan frescos, hasta que empiezan a encontrarse objetos personales tirados, papeles, etc. «¿Estos japoneses no son limpios?». Más adelante hay cintas de policía y un cartel que está en japonés e inglés de “no entry”. Al visitante le pica la curiosidad y mantiene su camino. Craso error, porque más adelante igual se puede encontrar a alguien que ha decidido poner fin a su vida.
Más allá de esta remota posibilidad, dado que la vida no suele ser una película de miedo (o eso queremos creer), hay que comentar que al Bosque de los Suicidios se le conoce como tal porque muchos que quieren segar su vida eligen hacerlo allí. De hecho, en 2002 hubo 78 suicidios. Sólo en el Golden Gate de San Francisco se quita la vida más gente en el mundo.
Tal ha sido su repercusión a lo largo de la historia que en 1960 se publicó una novela de Seicho Matsumoto en la que dos amantes se suicidaban en este bosque. Y en 1993, Wataru Tsurumi publicó una guía donde lo recomendaba como el mejor lugar para suicidarse (qué organizados son estos japoneses). A fin de cuentas, en la mitología japonesa se hablaba de que el bosque estaba maldito y poblado por demonios. Si a eso se le añade que en época de hambrunas y epidemias, se abandonaban allí a niños y ancianos, el cóctel está servido.
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