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Nueva serie de Atresmedia

‘Perdiendo el juicio’: Atresmedia recurre a la Justicia para dar un respiro de narcos, atracos y true crime

La serie protagonizada por Elena Rivera llega primero a Atresplayer y pasará después por Antena 3

Entre catálogos colmados de contenido sobre narcos, atracos y true crime, Atresmedia ha apostado por dar un respiro al espectador y brindarle un poco de entretenimiento puro y duro, lejos de lo sesudo: lo ha hecho con Perdiendo el juicio, la serie disponible desde este domingo en Atresplayer premium, presentada en el Festival de Málaga, que llegará más tarde al abierto de Antena 3. Con un aire fresco, matices cómicos, tramas, subtramas y una protagonista peculiar interpretada por Elena Rivera, Perdiendo el juicio se acuerda de que el público no es sólo uno, sino que los hay variados y todos tienen cabida en esta nueva serie que bebe de la ficción clásica.

Atresmedia apuesta por su afianzada relación con Boomerang TV, con la que coproduce la serie, y por un caballo ganador en ficciones ‘similares’, los guiones de Javier Holgado -detrás de los libretos de Motivos personales, Los misterios de Laura o El desorden que dejas-, en este caso junto a Susana López Rubio y el también actor Jaime Olías.

El drama judicial -para el que los creadores se han inspirado (un poco) en Ally McBeal e incluso en Luz de Luna- tiene un as más en la manga para contentar al público que busca, a la vez que entretenimiento sin florituras, credibilidad en los tribunales: la presencia de Elena Rivera. Tras dejar tocada a la audiencia de Alba con la mirada rota pero firme que mantuvo a la manada de aquella serie, ahora cambia su posición en la sala y pasa a uno de los lados del juez en el estrado. Y vaya por delante que la juez del primer capítulo no es una actriz menor: soberbia María Pujalte.

Atresplayer incluye con Perdiendo el juicio un procedimental en su catálogo, aunque la serie no sólo se alimenta de casos que plantea y resuelve en un mismo capítulo, sino que añade a ellos una investigación que sí se extiende a lo largo de los episodios a modo de trama troncal. El resto son, por tanto, subtramas concluyentes. Ese cluedo se mezcla de manera constante con un humor encajado sin artificios en las escenas.

No por ser una ficción fresca (y amable) carece de matices de valor. El de la protagonista es un personaje femenino complejo, el de una mujer que ha tocado fondo, circunstancia con la que se refleja, de una manera muy natural, el estigma que todavía pesa sobre las enfermedades mentales.

Amanda es una prestigiosa abogada famosa por no perder nunca, hasta que su carrera cae en picado tras sufrir un grave episodio en medio de un juicio, en relación al TOC que padece. Al ser algo que le ocurre en público, la voz se empieza a correr y el resultado a ese momento de vulnerabilidad por estar enferma es el castigo social: nadie quiere darle trabajo. En una situación desesperada, se ve obligada a aceptar un puesto en un despacho decadente, con otro abogado que utiliza métodos cuestionables.

El TOC no es ‘una manía pasajera’

El ritmo frenético diario es la bomba de relojería que cambia la vida de la protagonista, pero la serie no se centra en el TOC, aunque ayuda a descubrirlo a quienes no lo conocen y a demostrar que no es ‘una manía pasajera’. El TOC es el desencadenante y, a la vez, lo que condiciona la vida del personaje.

Ese estrés y el episodio que la deja sin trabajo se traduce, a la vez, en otra batalla para la abogada, al enfrentarse a las expectativas que tiene sobre sí misma y a las que proyecta en ella la gente.

Perdiendo el juicio incluye algún que otro pro más: los actores reconocidos que pasan de manera puntual por cada capítulo, en sus tramas concluyentes, y la buena factura de la que goza, que ha permitido al equipo -en buena parte el mismo que el de Alba- rodar cada día en un lugar diferente, sin recurrir a un plató, y dar verdad al escenario. Y, como curiosidad, por surrealistas que resulten los casos judiciales… muchos de ellos están basados en casos reales.

Perdiendo el juicio es un reflejo, pues, de la diversidad que hay en Atresplayer, una serie que busca entretener con un tejido de historias humanas. Un procedimental con el que devolver la variedad, el clásico -familiar, si se quiere- que sólo busca amenizar el día. Por lejanas que suenen, series de Antena 3 como Bajo sospecha o Mar de plástico (al igual que Mentiras, Perdida o El Nudo en Atresplayer) son recursos necesarios con los que dar opciones a la audiencia y no ponerla en la tesitura de tener que escoger únicamente entre las modas que colman el streaming.