Crítica de “Monstruo”: “Rashomon” y el poder de contar tu propia historia

La ópera prima de Anthony Mandler llegó a Netflix el pasado 7 de mayo, colándose en el puesto número 2 de películas más importantes de España.

Monstruo
"Monstruo" (Netflix)
Francisco-Eme
  • Francisco-Eme
  • Soy un graduado en Comunicación Audiovisual y Publicidad, que escribe desde su pasión por y para el cine, donde también intento hacerme un hueco como guionista. "Todo lo que puede ser imaginado es real", Pablo Picasso.

Monstruo es la primera película de Anthony Mandler, un realizador con experiencia significativa en el mundo del videoclip, que ha colaborado con artistas de la talla de Rihanna, Justin Bieber o Jay Z. La cinta está basada en la novela juvenil homónima de Walter Dean Myers y su reparto brilla excepcionalmente desde su protagonista, encarnado por Kelvin Harrison Jr, hasta el sorprendente debut del rapero Asap Rocky, que engancha con su carisma desbordante durante toda la historia. Completan el reparto John David Washington, Jennifer Ehle, Jennifer Hudson y Jeffrey Wright.

Contar tu historia para sobrevivir

Antes de internet, de la prensa o de cualquier medio de comunicación de masas, el ser humano ya se sentía atraído antropológicamente hacia escuchar y contar historias. En Monstruo, Steve Harmon tiene que contar la suya si quiere sobrevivir, si quiere tener un futuro donde pueda seguir grabando y fotografiando lo que le rodea. Mandler nos sitúa siempre bajo su perspectiva, desde un lado íntimo, incluso a veces casi poético. No pretende no obstante ser una narración omnisciente, más bien selectiva con cierta información, manejando el relato entre la vida como estudiante que está a punto de graduarse para acceder a la universidad y el proceso carcelario y judicial al que se ve sometido.

La reconstrucción del caso no es relevante en la trama, pero el juicio al ser humano sí que lo es para Mandler, prestando sus secuencias cierta atención al juego de miradas con la que el jurado y demás personajes miran al protagonista. Para algunos un niño, para otros un estudiante, pero un monstruo para la acusación. Steve se pasa la cinta grabando y retratando con su cámara Yashika a otras personas, y es ese afán y perspectiva de cómo ve su mundo interior es el que le llevará a contar su propia historia para escapar de un mundo al que no pertenece. Monstruo se apoya en Rashomon de Kurosawa, en la que testigos diferentes cuentan varias versiones de lo sucedido en el templo. Una película clásica que Steve ve en clase y que sirve al relato para reforzar la idea base del film: Si no tienes nada que contar, otros contarán tu vida por ti. Fingiendo que saben quién y cómo eres.

Monstruo representa un ejercicio coherente y visualmente atractivo en el que forma y contenido caminan de la mano en busca del desarrollo propio del protagonista. Al igual que los artistas que admira, Steve tendrá  que contar su visión y verdad para vivir sin la losa del silencio. Un buen comienzo fílmico de Anthony Mandler que peca, como todo recién llegado, de supeditar lo estético a lo narrativo, empañando la honestidad de ciertas ideas fundamentales que el film no termina de aprovechar con la profundidad necesaria.

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