Qué pasaría si tus apps cobrasen por minuto de uso: el modelo que algunas startups están testando en secreto
Las apps por minuto plantean un futuro inesperado para los usuarios
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Las apps por minuto son una idea que empieza a rondar en algunas startups emergentes y que, si termina imponiéndose, cambiaría por completo la relación que tenemos con el móvil. La idea es simple, en lugar de pagar una suscripción mensual o vivir rodeados de anuncios, el usuario pagaría solo por el tiempo real que pase dentro de cada aplicación. Suena extremo, pero plantea un escenario que podría atraer a plataformas que buscan ingresos más estables sin matar la experiencia con publicidad.
Un modelo que seduce a los desarrolladores
Las primeras pruebas internas que se están haciendo en pequeñas compañías de software reflejan algo interesante, muchos desarrolladores creen que este sistema podría equilibrar mejor los ingresos. Hoy la mayoría dependen de anuncios, compras in-app o suscripciones que muchos usuarios no llegan a pagar. Sin embargo, con un cobro por minutos reales de uso, se garantiza un flujo constante que depende directamente de la interacción. Si una app gusta, genera ingresos. Si no, apenas cuesta.
Para las empresas, el modelo resolvería además un problema histórico, los usuarios que pagan una suscripción mensual pero apenas abren la app. Ese usuario genera poco valor, aunque pague. Con es te pago por uso, toda la economía del software se basaría en uso efectivo, no en compromiso teórico.
¿Cómo sería para los usuarios?
La experiencia para el usuario sería radicalmente distinta. Imagina abrir una app de edición de fotos sabiendo que te costará, por ejemplo, uno o dos céntimos por minuto. O consultar un servicio de mapas y pagar solo el intervalo real que necesitas para guiarte. Nada de mensualidades, nada de anuncios, nada de renovaciones automáticas. Un pago silencioso, transparente y exacto.
Por eso algunos gurús del sector lo comparan con la electricidad, solo pagas cuando la consumes. Pero la analogía tiene matices. A diferencia de la luz, el tiempo digital es mucho más fácil de acumular sin pensar, revisar redes sociales cinco minutos aquí, diez allá, media hora más por la noche. Es ahí donde surgirían las fricciones. Un uso sin control podría convertirse en una factura inesperada.
Ventajas y riesgos de un sistema tan preciso
Uno de los puntos fuertes sería la posibilidad de probar absolutamente cualquier app sin compromisos. No haría falta registrarse ni aceptar periodos de prueba, solo abrir, usar y cerrar. Si no te convence, apenas has gastado unos céntimos. Esto facilitaría descubrir nuevas herramientas sin miedo a suscripciones ocultas o a un sistema de anuncios intrusivo.
Por el contrario, el riesgo de convertir el tiempo en dinero real generaría nuevas formas de ansiedad digital. ¿Empezaríamos a mirar el contador igual que miramos la batería? ¿A limitar ciertas actividades para no pagar de más? Algunos expertos temen que el “tiempo medido” haga que las aplicaciones pierdan naturalidad, convirtiendo acciones cotidianas, como revisar mensajes en decisiones económicas.
Pistas de quién podría adoptarlo antes
Las primeras señales vienen de startups de productividad y algoritmos de IA generativa. En esos sectores, la potencia de cálculo cuesta dinero y un modelo por tiempo permitiría adaptarse al consumo real, evitando suscripciones demasiado altas. También podría ser interesante para apps de edición de vídeo, diseño gráfico o herramientas avanzadas que muchos usuarios solo necesitan de forma puntual.
En cambio, con este sistema de apps por minuto, las redes sociales serían las más reticentes. Su negocio vive de maximizar el tiempo de permanencia, no de limitarlo. Un modelo por minuto convertiría su principal ventaja en un coste para el usuario, empujando a pasar menos tiempo dentro de ellas.
El futuro posible de un móvil que “cuesta por minuto”
Si este sistema se popularizara, el impacto sería enorme. Cambiaría la forma de medir el éxito de las apps, la estructura de precios del sector, nuestros hábitos de uso y hasta la arquitectura de los sistemas operativos, que deberían integrar un contador oficial, seguro y auditable de tiempo de uso.
Por ahora es solo un experimento silencioso, una idea que algunas empresas están probando en entornos cerrados para ver si encaja en un mercado saturado de suscripciones. Pero si las apps por minuto terminan cruzando la línea del laboratorio al usuario final, nuestro día a día digital podría volverse muy distinto al que conocemos. Y quizá empiece ahí una nueva economía del tiempo. ¿Nos gustará? No está tan claro. Pero que lo están probando, lo están probando.
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