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Apple Pay y Google Pay: por qué son más seguros que tu tarjeta física

  • Nacho Grosso
  • Cádiz (1973) Redactor y editor especializado en tecnología. Escribiendo profesionalmente desde 2017 para medios de difusión y blogs en español.

Pagar con el móvil es una cuestión de comodidad. Pero en realidad, la auténtica revolución no está en acercar el teléfono  o reloj al datáfono, sino en la seguridad que estos sistemas han incorporado. Apple Pay y Google Pay no solo evitan que lleves tu cartera encima, sino que también hacen mucho más difícil que alguien robe tus datos bancarios.

Es cierto que los ciberataques son cada vez más sofisticados, el modo en que estos sistemas procesan la información marca la diferencia. Mientras una tarjeta física expone el número completo en cada compra, los pagos móviles generan códigos únicos que caducan tras cada uso. El comercio nunca ve tu número real de tarjeta, y eso cambia por completo las reglas del juego.

Cómo funciona la seguridad en Apple Pay

Apple Pay utiliza tokenización, un sistema que sustituye los datos reales por un código virtual. En el caso del iPhone, este proceso ocurre dentro del propio dispositivo. Cuando añades una tarjeta al Wallet, los datos no se guardan en los servidores de Apple. Se convierten en un número único, llamado Device Account Number o DAN, que queda almacenado en el chip seguro del teléfono.

Cada vez que pagas, ese número y un código dinámico se envían al datáfono, de forma cifrada y exclusiva para esa operación. Ni Apple ni el comercio pueden acceder al número original de la tarjeta. Esta arquitectura hace que cada transacción sea única y que incluso si alguien interceptara la comunicación, no pudiera reutilizarla.

Google Pay apuesta por la tokenización en la nube

Google Pay sigue una estrategia parecida, aunque con un enfoque distinto. En Android, los datos de la tarjeta se guardan cifrados en los servidores de Google y el teléfono recibe un identificador virtual para usarse en las compras.

Fuente: Unsplash

Cada pago genera un token temporal, de un solo uso, que viaja al comercio sin revelar la información real del usuario. Google valida ese token en sus sistemas antes de autorizar el cargo a la tarjeta del cliente. El resultado es el mismo: el comercio no tiene acceso a tu número de tarjeta, y el dato real nunca abandona el entorno protegido de Google.

Diferencias clave entre Apple Pay y Google Pay

La principal diferencia entre ambos está en dónde se guarda la información sensible. Apple Pay lo hace en el hardware del dispositivo, dentro del Secure Element, un chip blindado que ni siquiera iOS puede leer. Google Pay, en cambio, centraliza la protección en la nube, confiando en la seguridad de sus servidores y en el cifrado extremo a extremo.

Ambos métodos son más que fiables, pero Apple mantiene un punto extra en privacidad, porque ni siquiera la compañía tiene visibilidad sobre tus transacciones. Google, por su parte, sí interviene en la autorización final del pago, lo que le da mayor control antifraude, aunque implica que conoce más detalles sobre cada compra.

Por qué son más seguros que una tarjeta física

Los bancos tratan estos tokens como si fueran tarjetas virtuales. Cuando llega una transacción, identifican el código asociado a tu dispositivo o cuenta de Google y lo vinculan a tu tarjeta real, sin que el número auténtico viaje nunca por la red.

Esta capa intermedia convierte a Apple Pay y Google Pay en sistemas más resistentes al fraude que las tarjetas físicas o incluso que muchas compras online tradicionales. Además, si pierdes el móvil, nadie puede pagar sin tu rostro, tu huella o el código de desbloqueo. Cada operación requiere un código dinámico distinto, imposible de duplicar.

Una revolución silenciosa en privacidad y confianza

Algunos expertos señalan pequeñas diferencias en la gestión del riesgo: Apple delega la tokenización al banco, mientras que Google actúa como intermediario en cada pago. Eso significa que Google tiene más información sobre las compras, algo útil para detectar fraudes, pero menos privado desde el punto de vista del usuario.

Aun así, ambos sistemas cumplen los estándares más altos de la industria financiera y han demostrado una fiabilidad excepcional en millones de transacciones diarias. Pagar con el móvil no solo es cómodo, sino también más seguro.

Apple Pay y Google Pay no almacenan los números de tarjeta, no los comparten con los comercios y protegen cada operación con una capa de cifrado imposible de replicar en una tarjeta tradicional. En la práctica, son como una caja fuerte digital que acompaña al usuario en cada compra.