Sociedad

El ‘contactless’ amenaza a los billetes

  • Iñigo Artola
  • Portadista. Redactor de cultura, internacional, política, sociedad y lo que haga falta. Devorador insaciable de series y películas.

Suecia es, hasta la fecha, el país que encabeza la carrera hacia una sociedad sin dinero físico. En este país, que en 1661 acuñó el primer papel moneda de la historia, el 95% de las compras al por menor ya se hacen sin efectivo. Y el total de billetes y monedas en circulación solo suma el 2% del PIB. A efectos prácticos esto se traduce en que los cajeros automáticos son casi tan difíciles de ver como una cabina telefónica en Madrid, por ejemplo.

Dinamarca le pisa los talones a Suecia en lo que a vivir sin cartera se refiere. Más desde que este primero de año ha entrado en vigor una normativa, aprobada por el Parlamento danés, según la cual los pequeños comercios pueden negarse a cobrar en metálico. Este medida, que responde al objetivo de eliminar el efectivo por completo para 2030, se traducirá en un ahorro significativo de capital ya que, según la portavoz de la Cámara de Comercio de Dinamarca, Sofie Findling Andersen, «utilizar efectivo es caro porque a los empleados les lleva tiempo manejarlo y por las preocupaciones que conlleva en temas de seguridad».

Estas iniciativas en países nórdicos hacen cada vez más real la eliminación total del dinero en metálico. Por lo pronto, las autoridades comentan los beneficios que una sociedad sin dinero en el bolsillo aportaría: frenar la economía sumergida y ayudar a reducir al mínimo los sueldos en B, además de acarrear serias dificultades para el blanqueo de dinero, las organizaciones terroristas o el narcotráfico. Con este argumento en España ya se han prohibido las transacciones en efectivo superiores a 2.500 euros, mientras que en Francia lo están las de más de 1.000 euros.

 

Rapidez por un lado y control gubernamental a cambio

Además de las ventajas arriba mencionadas, las transacciones virtuales son más rápidas, más simples y más higiénicas (en un billete puede haber más de 3.000 tipo de bacterias diferentes). Al eliminar el papel moneda, se reducirían todos los costes de producción, además del dinero que se invierte en seguridad anti-falsificación.

Por otra parte, disponemos de todo nuestro dinero de manera inmediata con lo que sería más fácil afrontar cualquier imprevisto. Aunque esta ventaja puede ser un arma de doble filo, ya que esta demostrado que se gasta más virtualmente que en efectivo.

Los detractores de la supresión total del dinero físico aducen que se estaría recortando la libertad de los consumidores y su independencia, ya que en una sociedad cashless todo el mundo tendrá que tener cuenta bancaria. Por no comentar las barreras que inevitablemente presentaría para la tercera edad o para los menores de edad. En un plano más práctico, los fallos informáticos o situaciones de emergencia (colapso de sistemas o caídas en el tendido eléctrico) se traducirían en una pérdida de acceso generalizada a los fondos propios.

Pero la principal problemática que esta nueva forma de pagar presenta choca con el derecho inalienable del ciudadano a la privacidad. En una sociedad con pagos virtuales, gobiernos y bancos podrán controlar cualquier movimiento económico que se realice. Y si ellos pueden, potencialmente también pueden hackers y personas u organizaciones con fines criminales.

 

Una realidad difícil sin Smartphones

Los teléfonos inteligentes están apropiándose de las tareas más cotidianas. No son pocos los objetos que han quedado prácticamente olvidados por la irrupción de los teléfonos inteligentes: calendarios, agendas, grabadoras de voz, calculadoras, incluso, cada vez más común, los relojes. Y ahora sustituirán a la clásica cartera con monedero y tarjetero.

Una sociedad sin dinero físico tiene en los teléfonos inteligentes su gran aliado. Y bien lo saben sus fabricantes. Desde hace varios años, muchos fabricantes ya incluyen la tecnología NFC (Near Field Connection) en sus teléfonos, necesaria para que pagar con el móvil sea una realidad. Para esto se tienen que poner de acuerdo tres agentes que hasta la fecha no terminan de casar: fabricantes de móviles, bancos y los clientes.

Por un lado cada banco compite con los demás en ser el primero en contar con la tecnología de pago sin contacto más puntera. A día de hoy son los clientes de BBVA, Bankinter, Caixabank y Banco Sabadell los que pueden pagar en comercios sin llevar cartera. Siempre que tengan un móvil con sistema Android 4.0 o superior y que su terminal cuente con conexión NFC. Es aquí donde entran en la ecuación los fabricantes de móviles.

Samsung, Apple y Google, las grandes empresas fabricantes de móviles, quieren sacar partido de este nuevo método de pago. Por ello este año 2016 se espera que saquen sus propias aplicaciones de pago en España. Google es, quizás, la compañía que menos trabas ha puesto al cambio, ya que sus aparatos son compatibles con las aplicaciones bancarias de pago contactless e incluyen conexiónn NFC en casi todos sus terminales. Aun así, a lo largo de este año lanzará en España su propia plataforma de pagos de la que no se conoce mucho aun.

No así Apple que, como viene siendo habitual, quiere ser dueño y señor de todos sus terminales, no permitiendo la instalación de este tipo de apps. Son los propietarios de terminales Apple los que mayor problema se van a encontrar a la hora de adaptarse a esta nueva tendencia. Por ahora la plataforma ApplePay en España (que se espera llegue a lo largo de este año) limita su uso a transacciones con American Express. Lo cual reduce su potencial uso a un porcentaje muy bajo de transacciones, ya que no es un banco que este aceptado en muchos comercios españoles.

SamsungPay entrará este año también en el mercado español de la mano de Caixabank y su, recientemente presentado, ImaginBank (dedicado exclusivamente a la banca virtual). Lo que aun no ha trascendido es el coste de las comisiones que estas tres plataformas cobrarán por su uso. Por lo pronto en Reino Unido ApplePay cobra un 0,15% de cada operación que se realice. Por lo que no se espera que sean bajas. Mientras que bancos y fabricantes de móviles no lleguen a un acuerdo no parece que el pago con el teléfono en España vaya a ser muy fácil.