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Recetas saludables: pollo al ajillo

En nuestro capítulo de recetas saludables, hoy te proponemos el pollo al ajillo, una receta muy sencilla y económica que está al alcance de cualquiera en todos los sentidos. No hace falta tener grandes conocimientos culinarios para disfrutar de este exquisito plato. Apenas te llevará media hora.

Los ingredientes necesarios son los siguientes: 8 dientes de ajo, un pollo de unos 1,5 kilos troceado, 300 mililitros de vino blanco, 1 ramita de romero, 75 mililitros de aceite de oliva virgen extra, sal, pimienta, hoja de laurel y un poco de perejil para decorar.

El pollo al ajillo es un clásico de la cocina española. De hecho resulta raro el restaurante o bar que no lo tiene en su carta. El pollo irá adquiriendo sabor y aroma gracias a las hierbas y al ajo que le echemos. Precisamente este último ingrediente no puede faltar en nuestra despensa, ya que encaja a la perfección con todo tipo de alimentos y platos.

El pollo que se compre debe presentar un color blanco o ligeramente amarillento, sin manchas y con un tono más bien uniforme. Este tipo de carne es baja en grasa y cuenta con un alto valor nutricional, resultando muy sencillo de digerir. Otro aspecto a valorar es que se puede preparar de muchas maneras.

La preparación

En primer lugar, cuando vayamos a comprar el pollo le pediremos al carnicero que lo trocee especial para el pollo al ajillo. Serán más bien trozos pequeños. Cuando lleguemos a casa lo lavaremos bien y apartaremos la grasa de la piel. Se puede dejar, pero lo único que se consigue es añadirle a la preparación una grasa de la que se puede prescindir. A estos trozos les echaremos sal y pimienta, sin excederse.

En una cazuela echaremos abundante cantidad de aceite y los ajos sin pelar. Se prepararán a fuego lento, pendientes en todo momento de que no se quemen. Lo que se pretende con esto es que queden un tanto caramelizados y le den un toque de sabor al aceite. Después de cinco minutos, cuando hayan cogido algo de color y estén blandos los retiraremos del fuego.

A partir de ahí echaremos los trozos de pollo en la olla con el aceite aromatizado por los dientes de ajo, la rama de romero y la hoja de laurel. Hay que procurar que el pollo quede bien tostado, lo que nos puede llevar unos 15-20 minutos como mínimo. Hay que darle la vuelta por toda la superficie para que se haga por igual. Lo que pretendemos es que quede tostado por fuera y blando por dentro.

Una vez que compruebes que el pollo está bien frito será el momento de retirar el aceite y echarle de nuevo los ajos que habíamos apartado con anterioridad y añadir el vino blanco. La carne se seguirá cocinando al tiempo que el vino se va reduciendo. Cualquier tipo de vino blanco nos valdrá para esta receta.

Disfrutarás de un plato muy sencillo y económico que apenas te habrá llevado media hora en la cocina. ¿Te atreves con él?