Boca ardiente: en qué consiste, por qué surge y prevención

Si te preguntas qué es tener la boca ardiente, porque con cierta frecuencia sufres de esta molestia, tienes que saber que estamos hablando de un síndrome muy común, más de lo que creerías, y de apariciones que no siempre pueden explicarse, si bien suelen tener causas probables.

El síndrome de boca ardiente no es otra cosa que el padecimiento continuo de un ardor importante en esta parte del cuerpo, el cual puede afectar no sólo a las encías y el paladar, sino incluso a la lengua y otras zonas blandas, al punto de dificultarnos realizar nuestras tareas diarias.

De hecho, se trata de un diagnóstico tan habitual, que hasta se puede clasificar este síndrome como primario o secundario, en virtud de cuáles son los motivos o razones que lo explican.

Ahora bien, para tu tranquilidad es fundamental aclarar que no suele tratarse de una afección grave, y que los síntomas no producen lesiones importantes dentro de la boca.

Puedes confirmar que estás experimentando el síndrome de la boca ardiente si sientes algunos de los síntomas que lo distinguen, como ese ardor o quemazón, cambios en el sentido del gusto que comienza a percibirse metálico o amargo, y un hormigueo o adormecimiento en esta cavidad.

La evidencia científica ha demostrado que este problema puede durar horas, días, hasta años. Y, aún así, desaparecer repentinamente sin generar mayores secuelas en el paciente.

Por qué surge la boca ardiente

Entre las causas recurrentes del síndrome de la boca ardiente tenemos las deficiencias nutricionales, la alergia a ciertos alimentos, el reflujo gastroesofágico, o una serie de malas costumbres orales, como morderse la punta de la lengua, o el famoso bruxismo.

En determinadas personas, la diabetes o hipotiroidismo puede derivar en un síndrome de la boca ardiente, y en otras éste puede surgir cuando se atraviesa una depresión, ansiedad o estrés.

¿Cómo se puede prevenir el síndrome de boca ardiente?

El síndrome de boca ardiente no tiene un tratamiento específico como tal, si bien podemos reducir su impacto evitando el consumo de alimentos que tienden a ser hostiles con el estómago y la boca, como las grasas y azúcares, las comidas picantes y las bebidas carbonatadas.

A raíz del amplio abanico de otras medidas que deben tomarse para prevenir este síndrome, es conveniente consultar a un profesional de la salud que evalúe tu estado y qué hábitos podrían justificar su desarrollo, para poner remedio y así intentar devolverte la tranquilidad.