cinco años después de la pandemia

Olga Mateo, enfermera durante el covid: «Me iba a casa y seguía trabajando en sueños»

A través de miles de sanitarios, de ellos de forma importante, España vivió la verdadera cara del sacrificio y la valentía

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Varios sanitarios con Epis en un pasillo de hospital.
Diego Buenosvinos
  • Diego Buenosvinos
  • Especialista en periodismo de Salud en OKDIARIO; responsable de Comunicación y Prensa en el Colegio de Enfermería de León. Antes, redactor jefe en la Crónica el Mundo de León y colaborador en Onda Cero. Distinguido con la medalla de oro de la Diputación de León por la información y dedicación a la provincia y autor de libros como 'El arte de cuidar'.

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La pandemia de covid fue uno de los acontecimientos más devastadores del siglo XXI, y su impacto no sólo se sintió en la salud, sino también en la economía, la sociedad y la vida cotidiana de millones de personas. La pandemia ha sido una lección global sobre la fragilidad de la vida humana, pero también sobre la capacidad de adaptarse, aprender y construir un futuro más resiliente. En la memoria colectiva, este período quedará marcado por las dificultades, pero también por los avances científicos, la solidaridad y la determinación de un país entero para salir adelante.

Ana González, enfermera en UCI, recuerda con claridad el primer día en el que llegó la noticia de que España estaba en alerta sanitaria. «No sabíamos bien qué esperar, pero rápidamente nos dimos cuenta de que esto iba a ser algo grave. De un día para otro, nuestra rutina cambió por completo. El miedo era palpable, porque no conocíamos la magnitud del virus ni cómo afectaría a las personas», comenta con la voz quebrada, recordando esos primeros momentos de incertidumbre.

La historia de Ana se repite en muchos hospitales de toda España. Los médicos y enfermeros se vieron de repente sumidos en un caos sanitario. En las primeras semanas, los protocolos eran confusos, las cifras de casos no dejaban de subir y los recursos comenzaban a escasear. La sensación de impotencia era constante. «Nos decían que la situación estaba fuera de control, que no teníamos camas suficientes en las UCI, ya veces, las decisiones eran desgarradoras. Teníamos que elegir a quién intubábamos y a quién no».

«Cuando me iba a casa durante la pandemia del covid, yo seguía trabajando en sueños, seguía poniendo medicación», ha explicado la actual supervisora de enfermería de enfermedades infecciosas y medicina preventiva del Hospital Universitario San Pedro de Logroño, Olga Mateo, que hace cinco años ejercía como enfermera en esta planta.

Sus primeros recuerdos de la pandemia, cuando se detectaron los iniciales casos en La Rioja en marzo de 2020, son de «caos» y de «impotencia» porque «en una semana teníamos la planta doblada de pacientes y toda llena», lo que se extendió en pocos días al resto del hospital.

«Veíamos pacientes que estaban muy comprometidos a nivel respiratorio, que requerían de una vigilancia muy estrecha y sentíamos una impotencia tremenda porque, al principio, no se llegaba a todo en esta situación tan dura», ha explicado.

La enfermería, ha recordado, es una profesión muy vocacional: «Nos gusta cuidar a los pacientes bien y hacíamos lo que podíamos, lo mejor que sabíamos, pero no siempre podíamos dedicarles todo el tiempo que queríamos».

En 2020, Olga Mateo era enfermera en la planta de enfermedades infecciosas del Hospital San Pedro y, al llegar el covid-19, compaginó este trabajo con el de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), en turnos que describe como «duros, con el equipo EPI puesto, con dolor de cabeza provocado por las gafas, empapados en sudor… y eso, horas y horas».

«Pero, bueno, los llevabas. Yo me iba a casa y seguía trabajando en sueños, yo seguía poniendo medicación y, por una parte, te sentías que estabas contribuyendo, de alguna manera, con lo que mejor sabíamos hacer, que era cuidar a los pacientes», ha incidido.

También rememora que, en esta situación «dramática», se produjeron muchos cambios en poco tiempo en el hospital, a los que los profesionales sanitarios se fueron adaptando y vivieron «grandes tragedias» con sus pacientes.

 Cogimos muchas manos

«El teléfono de la planta no paraba de sonar. Eran personas preguntando por sus familiares», subraya Mateo, quien recuerda a los pacientes que atendió durante esos meses, «estaban solos, únicamente nos tenían a nosotros, no podían ver a sus seres queridos y, en muchos casos, ni despedirse de ellos».

«Cogimos muchas manos, les transmitimos (a los pacientes) muchos mensajes de ánimo, de cariño, procuramos hacer lo mejor que sabemos hacer, que es cuidar», algo que no le parece excepcional porque es su trabajo, ha añadido esta supervisora de enfermería desde 2021.

También cita el compañerismo que se detectó durante esos meses en el Hospital San Pedro: «Cada uno hacíamos las funciones que nos correspondían y más, pero siempre éramos un equipo porque aquello tenía que salir», en referencia al trabajo y al esfuerzo realizado para atajar la covid-19.

La resiliencia y la esperanza

A medida que pasaban los meses, la esperanza comenzó a llegar con las vacunas. La sensación de miedo, aunque nunca desapareció por completo, fue disminuyendo. «Cuando comenzaron a llegar las vacunas y vimos que el número de contagios y muertes comenzaba a bajar, sentimos una leve sensación de alivio. Pero las secuelas emocionales de todo lo vivido, tanto para nosotros como para los pacientes, siguen presentes», explica Javier, otro sanitario hospitalario.

Hoy en día, los médicos y enfermeros ya no viven con la misma presión de hace unos años, pero la pandemia dejó una marca imborrable en su carrera y en sus vidas personales. «Nunca olvidaremos aquellos días. Fueron los más difíciles de nuestras vidas profesionales, pero también los que nos enseñaron la importancia de estar juntos y ser resilientes».

El miedo fue un compañero constante para los médicos y enfermeras durante la pandemia del covid. Un miedo alimentado por la incertidumbre, el desconocimiento del virus, la presión emocional y la carga física. Pero a pesar de todo, lo que prevaleció fue la solidaridad, el trabajo en equipo y la fortaleza de aquellos que se pusieron al frente en la lucha contra la enfermedad. A través de ellos, España vivió la verdadera cara del sacrificio y la valentía, y es imposible no reconocer que, sin su dedicación y coraje, la historia de esta pandemia habría sido aún más trágica.

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