Ni los sanos se salvan: detectan grasa dañina en las arterias de personas aparentemente saludables
La salud del corazón no se mide solo en la báscula, la grasa que no vemos puede ser la más peligrosa
Un reciente estudio liderado por investigadores de la Universidad McMaster (Canadá) encendió las alarmas en el mundo médico: incluso las personas que parecen saludables, con peso normal y sin síntomas, pueden tener grasa oculta que daña sus arterias. La investigación reveló que la grasa escondida —especialmente la grasa visceral, que se acumula en torno a los órganos internos, y la grasa hepática— se asocia con signos tempranos de deterioro arterial. Lo más inquietante es que estos cambios se detectan en individuos sin obesidad visible ni enfermedad cardiovascular diagnosticada.
Los científicos utilizaron técnicas avanzadas de imagen, como resonancia magnética y tomografía, para medir tanto la cantidad de grasa interna como la salud de las arterias. Encontraron que quienes tenían más grasa visceral o grasa en el hígado mostraban alteraciones en la pared arterial, incluso si su peso corporal estaba dentro de los rangos considerados normales. Según los investigadores, este tipo de grasa es metabólicamente activa: libera sustancias inflamatorias y hormonas que pueden acelerar el envejecimiento de los vasos sanguíneos y contribuir a la formación de placas.
El hallazgo se refuerza con investigaciones recientes sobre el llamado tejido adiposo perivascular (PVAT), una fina capa de grasa que rodea directamente las arterias. Lejos de ser inerte, el PVAT puede secretar compuestos que favorecen la inflamación local y el endurecimiento de las paredes arteriales. En otras palabras, la grasa que envuelve los vasos podría participar activamente en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, explicando por qué algunas personas sanas desarrollan daño arterial silencioso.
Aunque el estudio es observacional —es decir, no demuestra causa y efecto directa—, se suma a una creciente evidencia científica que cuestiona la idea de que solo el peso visible determina el riesgo cardiovascular. Expertos advierten que el índice de masa corporal (IMC), usado comúnmente para evaluar el sobrepeso, puede ser engañoso: hay individuos delgados con alta acumulación de grasa interna y, por tanto, con riesgo similar al de una persona obesa.
Este nuevo enfoque ha impulsado a los médicos a mirar más allá del peso corporal y considerar la salud metabólica integral. Factores como el nivel de glucosa, los triglicéridos, el colesterol LDL y la presión arterial ofrecen una visión más precisa del riesgo. En casos de antecedentes familiares o resultados anormales, los especialistas recomiendan estudios por imágenes que puedan revelar la presencia de grasa visceral o placas tempranas. Sin embargo, no se aconseja hacer pruebas masivas, sino evaluaciones individualizadas.
Grasa dañina
La buena noticia es que la grasa dañina es modificable. Numerosos estudios muestran que adoptar una dieta mediterránea, rica en frutas, verduras, legumbres, pescado y aceite de oliva, ayuda a reducir la grasa visceral y mejorar el metabolismo. El ejercicio físico regular, tanto aeróbico como de fuerza, también disminuye la grasa hepática y mejora la sensibilidad a la insulina. A esto se suman medidas clásicas como dejar de fumar, controlar la presión arterial y mantener niveles adecuados de colesterol.
Aun así, los científicos insisten en que hacen falta investigaciones más amplias para confirmar si la reducción dirigida de esta grasa oculta puede revertir o prevenir el daño arterial. También piden desarrollar mejores biomarcadores y métodos no invasivos para detectar el riesgo antes de que aparezcan los síntomas. Si se comprueba una relación causal, la prevención cardiovascular podría transformarse por completo: muchas personas que hoy se consideran saludables podrían beneficiarse de un seguimiento más estrecho y de cambios tempranos en su estilo de vida.
En definitiva, el mensaje es claro: la salud del corazón no se mide solo en la báscula. La grasa que no vemos puede ser la más peligrosa. Por eso, más que obsesionarse con el peso, los expertos recomiendan prestar atención a los hábitos, los análisis de laboratorio y el bienestar metabólico general. Cuidar el cuerpo desde adentro es la verdadera clave para proteger las arterias y mantener el corazón joven por más tiempo.
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