Hacer ejercicio no es suficiente para adelgazar y este estudio lo demuestra
Al contrario de lo que muchas personas puedan llegar a pensar, hacer ejercicio no es el aspecto más importante de cara a perder peso. De hecho, si no se afronta de la forma adecuada, puede incluso llegar a ser contraproducente.
Así lo ha demostrado una reciente investigación publicada por la revista Diabetes. En ella, sometieron a un experimento a varios ratones de laboratorio deportistas. Se les hizo correr en la rueda diariamente, llevando a cabo una actividad cardiovascular intensa. Y los resultados sorprendieron bastante a los investigadores.
¿Estamos menos activos tras hacer ejercicio?
Se partía desde la teoría de que los sujetos (ya sean personas o, en este caso, ratones) que se ejercitan, suelen sentirse más hambrientas y, por lo tanto, su instinto les llama a consumir más calorías de lo habitual tras concluir la actividad física.
Sin embargo, tenían otra hipótesis menos obvia. Y es que habían llegado a la conclusión de que cuando se lleva a cabo ejercicio intenso, los seres vivos tendemos a volvernos más sedentarios, con el objetivo de reponer nuestras reservas de energía.
Intrigados por este planteamiento, científicos de la Universidad Vanderbilt y otras instituciones llevaron a cabo un experimento para el que se valieron del uso de la tecnología. A través de un sistema de medición infrarroja, comenzaron a medir la intensidad de la actividad física de los ratones tras haberlos tenido dentro de una rueda bajo candado durante una sesión de ejercicio.
¿Hacer ejercicio puede ser contraproducente?
Sorprendidos, los resultados llegaron a mostrar que la intensidad de sus movimientos a lo largo del día había bajado mucho con respecto a antes de haber implementado el ejercicio en sus vidas. Llegaron a tener un déficit calórico solo de solo un 1% con respecto a los alimentos ingeridos, mientras que cuando no hacían ejercicio, este indicador había sido mucho más positivo.
Como conclusión, los investigadores sostuvieron la posibilidad de que los cuerpos y las mentes de los animales sintieran el inicio de un déficit de energía cuando comenzaron a correr, por lo que comenzaron a emitir señales biológicas para bajar el ritmo, conservar energía y mantener la homeóstasis. De esta forma, evitaron perder peso.
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