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Hematóloga del Hospital Universitario de Donostia

Dra. Izaskun Zeberio: «El 90% de los pacientes con linfoma de Hodgkin se curan»

El Linfoma de Hodgkin es un cáncer de la sangre que se da sobre todo en personas muy jóvenes, siendo el cáncer más frecuente entre los 15 y los 30 años, según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). Se desarrolla en los ganglios linfáticos y puede afectar a distintos órganos, como el hígado, los pulmones o la médula ósea. Se presenta con síntomas como fiebre, sudores nocturnos, fatiga, pérdida de peso y aumento de tamaño de los ganglios linfáticos, entre otros.

El linfoma de Hodgkin es una enfermedad relativamente infrecuente y el número de casos nuevos diagnosticados cada año (incidencia) en Europa es de 2,5 a 3 casos por cada 100.000 habitantes, y es un poco más frecuente en hombres que en mujeres, según los datos de SEOM.

Con motivo de la Jornada celebrada por Takeda para dar a conocer esta patología, OKSALUD entrevista a la hematóloga del Hospital Universitario de Donostia, la Dra. Izaskun Zeberio que hablará sobre lo que es, lo que representa, sus tratamientos y del futuro del abordaje del Linfoma de Hodgkin. Afortunadamente, según afirma la doctora, el 90% de los niños y adolescentes y el 80% de los adultos afectados por el linfoma de Hodking, se curan.

PREGUNTA.- ¿Qué es el linfoma de Hodgkin y cuáles son sus características principales?

RESPUESTA.- El linfoma de Hodgkin es un tipo de cáncer que se deriva de las células linfoides B. Es una enfermedad que afecta a pacientes muy jóvenes y tiene una distribución bimodal: en pacientes jóvenes, en torno a 20 años de manera mayoritaria y en personas que tienen más de 65 años de manera minoritaria. Al afectar, principalmente, a una población de adolescentes y adultos jóvenes que están en una fase de su vida muy importante, el diagnóstico de esta enfermedad cancerígena, tiene un especial impacto en sus vidas.

P.- ¿Cómo se diagnostica el linfoma de Hodgkin y qué pruebas se utilizan para confirmar el diagnóstico?

R.- Lo habitual es que los pacientes consulten por un bulto que sale a nivel del cuello o la axila. Las células, lo que hacen, es proliferar y replicarse más de la cuenta y se acumulan en los ganglios linfáticos, causando bultos que llevan a las consultas médicas. Hay que acudir al médico al notar los bultos. En ese momento, se suele pedir alguna prueba de imagen o una exploración más profunda para ver si, además de en esa zona, hay partes del cuerpo con un aumento de adenopatías.

Posteriormente, una vez que se confirma que los ganglios están muy aumentados de tamaño, se suele realizar una biopsia para quitar un trozo o el ganglio entero y analizarlo para ver si ese ganglio puede ser reactivo algún proceso de infeccioso inflamatorio o si se trata de un linfoma. Si la biopsia del ganglio confirma que se trata de un linfoma de Hodgkin, lo siguiente es realizar el estudio de extensión y en base a eso, se diagnostican estadios localizados.

Normalmente, estas adenopatías están en la zona torácica y en el cuello cuando se trata de un estadio localizado. Otras veces, podemos encontrarnos con un estadio avanzado, que lo sufren en torno a los al 25% de los pacientes, lo que indica que tienen un aumento de ganglios en la zona torácica abdominal o incluso, fuera de los ganglios. En esos casos, puede haber un nódulo en el pulmón, en el hueso o en el hígado.

P.- ¿Cuáles son los síntomas más comunes?

R.- En cuanto a los síntomas, las células tumorales liberan unas sustancias inflamatorias que hacen que el paciente tenga fiebre, una sudoración exagerada (que le puede llevar a cambiarse el pijama a la noche varias veces cada noche) o una pérdida de peso sin una causa aparente. Estas sustancias inflamatorias también hacen que los pacientes experimenten otros síntomas como puede ser un gran picor.

P.- ¿Cuál es el tratamiento recomendado y cómo se determina el enfoque terapéutico?

R.- El tratamiento que habitualmente se utiliza en los estadios localizados (estadios uno y dos) se basa en utilizar esquemas de quimioterapia que incluyen diferentes citostáticos. El esquema más habitual es el que se llama ABVD que hace referencia a las iniciales de los cuatro medicamentos utilizados.

Normalmente, hacemos poliquimioterapia ABVD y lo asociamos con radioterapia. En los estadios avanzados hacemos más ciclos de quimioterapia, o sea, en estadio localizado los estándares son de dos o cuatro ciclos de quimio más radioterapia y en estadios avanzados, seis ciclos de quimioterapia.

P.- ¿Cuáles son los posibles efectos secundarios del tratamiento del linfoma de Hodgkin y cómo se pueden gestionar?

R.- El esquema de quimioterapia afecta no sólo a las células tumorales sino que también a otras células de nuestro cuerpo que tienen mucha actividad.
Eso conlleva una afectación del crecimiento del pelo, por tanto, los pacientes desarrollan alopecias y se les cae el pelo. Es un efecto secundario muy duro porque supone la pérdida de la imagen corporal del paciente lo que condiciona sus relaciones con los demás.

La quimioterapia también afecta, a veces, a las células de la mucosa oral lo que puede dar lugar a pequeñas úlceras, mucositis y dolor o dificultad para comer. También puede disminuir la producción de células del sistema inmune del cuerpo del paciente y por tanto, favorecer el desarrollo de infecciones.

Por último, hay uno de los medicamentos citostáticos que se utilizan en ese esquema ABVD, en concreto, la vinblastina que puede afectar a los nervios de las manos y los pies produciendo hormigueo o incluso, a veces, alteración de la sensibilidad, lo que puede condicionar la funcionalidad de estos pacientes.

Todos estos efectos secundarios se tratan y se previenen. El tratamiento se ajusta en base a la toxicidad que pueda aparecer y por tanto, es fundamental reportarlo cuanto antes al equipo de profesionales que trata a estos pacientes.

P.- ¿Cómo afecta el linfoma de Hodgkin a la calidad de vida de los pacientes y cómo pueden los pacientes y sus familias manejar los efectos emocionales de la enfermedad?

R.- Recibir un diagnóstico de cáncer siempre supone un drama para los pacientes. Lo describen como una situación de shock que, a veces, no son capaces de procesar e interiorizar. Además de los efectos secundarios físicos derivados del tratamiento, hay que hacer un gran trabajo del manejo del impacto emocional que supone el diagnóstico de esta envergadura.

Los pacientes pueden llegar a desarrollar ansiedad y miedos por eso es tan importante el apoyo de los departamentos de psicooncología para trabajar en esas reacciones emocionales. Tienen que estar ayudando a los afectados en cada consulta de enfermería, con los médicos y con los oncólogos pues se les van dando las herramientas necesarias para que puedan convivir con esa situación y la superen.

P.- ¿Existen factores de riesgo conocidos para el linfoma de Hodgkin y se puede hacer algo para reducir el riesgo de desarrollar la enfermedad?

R.- No existen factores de riesgo conocidos. Hay ciertos tipos de un tumor que son más prevalentes en pacientes con ciertos hábitos de vida o con antecedentes familiares pero esto no existe en el linfoma Hodgkin. No existe ninguna explicación para que podamos justificar el desarrollo del linfoma.

P.- ¿Cómo ha evolucionado el tratamiento del linfoma de Hodgkin en las últimas décadas y cuáles son las perspectivas de curación a largo plazo para los pacientes diagnosticados con la enfermedad?

R.- El linfoma de Hodgkin se empezó a tratar en la década de los ochenta con el este esquema de poliquimioterapia ABVD y es el mismo que se sigue en la actualidad. Con este tratamiento, dependiendo del estadio, se consigue curar al 90% de los pacientes. Sólo en los pacientes que debutan en estadios avanzados, la tasa de curación es algo menor, en torno al 80%.

Gracias a la investigación, hay nuevos fármacos basados en anticuerpos monoclonales que es lo que se llama «inmunoterapia» y que permite mejorar los resultados del tratamiento en los pacientes que no responden a la primera línea del tratamiento estándar. Son los pacientes con enfermedad refractaria y representan el 10% del total. Estos pacientes que no responden a la primera línea y alrededor del 20% de los que recaen tras esta primera línea, pueden ser tratados mediante el empleo de anticuerpos monoclonales para mejorar su pronóstico.

También existe la posibilidad de utilizar estos anticuerpos combinados con la quimioterapia para los pacientes de muy alto riesgo en los cuales, la quimioterapia estándar, no ha funcionado pero esto no está aprobado todavía en España. Esta combinación de anticuerpos y quimioterapia ya está aprobado en Europa, pero de momento, en España estamos esperando que en base a los resultados tan buenos que ha mostrado en ensayos clínicos, se pueda aprobar en breve.

P.- ¿Cuáles son algunas de las principales áreas de investigación en el campo del linfoma de Hodgkin y qué avances podríamos esperar ver en el futuro?

R.- Es fundamental que se siga investigando en esta enfermedad. Se está haciendo un gran esfuerzo para tratar de investigar qué pacientes son realmente de alto riesgo, el problema es que, en este momento, no sabemos predecir cuáles serán esos pacientes, ese 10% que no responderá al tratamiento inicial o ese 20% que recaerá.

Hay mucha investigación en marcha para describir factores pronósticos que nos indiquen el éxito del tratamiento inicial y por otra parte, también hay que seguir investigando para mejorar el tratamiento de los pacientes que recaen.

Tenemos que seguir investigando para intentar adecuar el tratamiento al riesgo de los pacientes, esto es, no «sobretratar» a ningún paciente si no es necesario e intentar disminuir la toxicidad de los tratamientos actuales. No olvidemos que son pacientes jóvenes que posteriormente vivirán muchos años y por tanto hay que intentar que estos pacientes no sufran secuelas tardías del tratamiento.

P.- ¿Hay alguna recomendación que desee compartir con las personas que han sido diagnosticadas con linfoma de Hodgkin o que tienen un ser querido que ha sido diagnosticado con la enfermedad?

R.- Yo quisiera transmitir que, aunque el recibir la noticia de padecer esta enfermedad causa un gran impacto en la vida y siendo un momento muy duro, quiero transmitir que, por suerte, en España, los centros sanitarios están muy bien preparados para dar la asistencia necesaria y ofrecer un tratamiento integral holístico a estos pacientes. Además, la mayoría de los pacientes se curan.

Los tratamientos suponen una interrupción del desarrollo de estas personas porque muchos están en edad de estudiar, iniciando sus relaciones sociales y en un momento vital de cara a su desarrollo profesional. Precisamente por eso, entre todos los profesionales que les atendemos, lo que intentaremos es aplicar los mejores tratamientos posibles y si aparece algún tipo de toxicidad, les ayudaremos para que lo puedan sobrellevar.

Es fundamental que estos pacientes sean tratados de una forma multidisciplinar, y ahí intervenimos los médicos, las enfermeras, los servicios de oncología, los trabajadores sociales y los psicólogos para que el tratamiento sea lo más llevadero posible y que esto sólo suponga un paréntesis en su vida para que luego puedan recuperar su actividad y su vida y no se queden parados en esa fase de la enfermedad.