OkSalud
Vicepresidente y director médico de Especialidades de Daiichi Sankyo Europa

Dr. Seyfried: «Subestimar el riesgo cardiovascular deja sin tratamiento a miles de pacientes»

"Los pacientes desconocen todas las opciones disponibles y no pueden pedir lo que no saben que existe"

"Hay muchos desarrollos en fármacos hipolipemiantes, pero aún es pronto para medir su verdadero impacto"

El riesgo cardiovascular se sigue subestimando en la práctica clínica, miles de pacientes de alto o muy alto riesgo cardiovascular no reciben el tratamiento adecuado para controlar su colesterol LDL. A esta realidad se suman desigualdades de género y edad, así como las dificultades de adherencia a la medicación, según los últimos datos presentados en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC), celebrado en Madrid.

Para profundizar en estas necesidades no cubiertas y en cómo la innovación terapéutica puede cambiar el futuro del control de la dislipemia, OKSALUD entrevista al Dr. Stefan Seyfried, vicepresidente y director médico de especialidades de Daiichi Sankyo Europa, que explica las causas por las que los pacientes no reciben los tratamientos adecuados y el papel que pueden desempeñar las terapias combinadas en un solo comprimido.

PREGUNTA.- Los estudios presentados en el Congreso de la ESC indican que el riesgo cardiovascular se subestima con frecuencia en la práctica clínica. ¿Qué implicaciones tiene esta subestimación para la salud del paciente?
RESPUESTA.- En registros como SANTORINI vemos de forma constante un patrón de infratratamiento. Una causa principal es la subestimación del riesgo por parte de los clínicos. Cuando un médico valora el riesgo como más bajo de lo que realmente es, la probabilidad de que el paciente reciba la terapia recomendada por las guías se reduce. Esto significa perder oportunidades de intervenir antes, usar menos tratamientos preventivos de los necesarios y, en consecuencia, obtener peores resultados clínicos, con más complicaciones y mortalidad.

P.- Casi tres cuartas partes de los pacientes de alto o muy alto riesgo no reciben terapia hipolipemiante. ¿Qué barreras explican esta falta de prescripción?
R.- Además de la infravaloración del riesgo, influyen problemas de comunicación. Una investigación que financiamos mostró que los médicos piensan que los pacientes rechazarán intensificar su tratamiento, cuando muchos en realidad lo aceptarían. Por otro lado, los pacientes desconocen todas las opciones disponibles y no pueden pedir lo que no saben que existe. Esta desconexión hace necesario un diálogo más claro y mejor información en ambos lados.

P.- Otro hallazgo apunta a diferencias de género en el acceso a terapias intensivas. ¿Por qué las mujeres reciben menos tratamiento?
R.- Hay varias razones. Históricamente las mujeres han estado infrarrepresentadas en ensayos clínicos, por lo que la evidencia adaptada a sus necesidades es limitada. Además, suelen tener síntomas distintos o menos típicos, lo que dificulta el diagnóstico. También persiste un sesgo: los síntomas de las mujeres no siempre se toman en serio. Y muchas veces priorizan la salud de su entorno sobre la suya, retrasando la consulta. Todo esto lleva a menos diagnósticos y tratamientos menos efectivos en ellas.

P.- También se ha identificado «edadismo» en el manejo del colesterol LDL. ¿Cómo garantizar que los mayores reciban la misma atención que los jóvenes?
R.- Hay dos cuestiones. Primero, un sesgo de investigación: los ensayos clínicos han excluido durante años a los adultos mayores, por límites de edad o problemas logísticos, como dificultad para desplazarse. Esto ha hecho que estén poco representados en los datos y en las recomendaciones de guías. Segundo, una percepción clínica: como los beneficios tardan en aparecer, algunos médicos piensan que los mayores no vivirán lo suficiente para verlos. Eso genera inercia terapéutica. Por suerte, los organismos reguladores ya promueven ensayos más inclusivos. Con más datos, las guías serán más específicas y los mayores tendrán mejor acceso a terapias eficaces.

P.- Solo un 20% de los pacientes de alto riesgo recibe tratamiento intensificado. ¿Qué papel juegan la educación médica y las guías en revertir esta situación?
R.- La educación, tanto del paciente como del médico, es fundamental. Esperamos que la nueva actualización de las guías de dislipemias, publicada el 29 de agosto, contribuya a mejorar la práctica clínica y a cerrar esa brecha.

P.- Desde un punto de vista práctico, ¿qué ventajas tiene combinar terapias en una sola pastilla en lugar de administrarlas por separado?
R.- La principal ventaja es la comodidad: muchos pacientes toman dos o tres pastillas y un único comprimido facilita el cumplimiento. Esto mejora la adherencia y, con ella, la eficacia del tratamiento. La evidencia del registro SWEDEHEART muestra que la combinación puede mejorar significativamente los resultados y prevenir eventos cardiovasculares. El estudio RACING demostró que, además, permite usar dosis más bajas de cada fármaco, reduciendo efectos secundarios y abandonos. Aunque ya hay beneficios cuando se usan combinaciones en pastillas separadas, el paso a un solo comprimido supone un avance en la adherencia, como han mostrado los estudios en hipertensión.

P.- ¿Se espera que esta estrategia de un solo comprimido mejore la adherencia?
R.- Sí. En hipertensión, las combinaciones a dosis fija ya han demostrado mejorar la adherencia y la eficacia. En colesterol aún faltan datos específicos, pero el objetivo es cubrir ese vacío. La diferencia está en la facilidad: tomar una pastilla en lugar de tres puede marcar la diferencia en la continuidad del tratamiento.

P.- En comparación con la hipertensión, ¿qué lecciones se pueden trasladar al manejo del colesterol LDL?
R.- El control de las dislipemias sigue el mismo camino que la hipertensión: primero aprendimos a combinar fármacos para más eficacia y menos efectos adversos; después, sustituimos varias pastillas por combinaciones a dosis fija, lo que aumentó la adherencia y mejoró resultados. Ahora se trabaja en tabletas triples con distintas dosis de estatinas, que permitirán personalizar mejor el tratamiento. Este enfoque refleja nuestro lema: «nos importa cada latido».

P.- ¿Qué papel deben jugar las instituciones sanitarias para facilitar el acceso a estas nuevas formulaciones?
R.- Es clave que apoyen la innovación. Nuestra experiencia con los procesos de aprobación ha sido positiva, y esperamos que siga en esa línea. Simplificar trámites, facilitar reembolsos y dar difusión entre profesionales ayudará a que estas terapias lleguen antes a los pacientes que más las necesitan.

P.- Mirando al futuro, ¿qué avances considera más prometedores para mejorar el control del colesterol LDL y reducir el riesgo cardiovascular?
R.- Hay muchos desarrollos en fármacos hipolipemiantes, pero aún es pronto para medir su verdadero impacto. Lo importante será comprobar hasta qué punto reducen el riesgo cardiovascular y mejoran la vida de los pacientes.