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Dermatitis atópica: cómo han evolucionado los tratamientos más allá del alivio temporal

Hasta hace pocos años, las opciones se limitaban a formulaciones tópicas para reducir la inflamación y aliviar los síntomas

La dermatitis atópica es una enfermedad cutánea crónica que afecta a millones de personas en todo el mundo. Los últimos avances terapéuticos han abierto una nueva etapa en su abordaje, especialmente en los casos moderados y graves.

«Se ha avanzado mucho en el tratamiento de la dermatitis atópica. En los últimos años, hemos podido incorporar tratamientos sistémicos sobre los que se sigue investigando. Se trata de fármacos que han sido aprobados para su uso en pacientes con dermatitis atópica moderada a grave, incluida su indicación en niños para algunos de ellos, por lo que es posible tratar los casos más complicados», explica la Dra. Carmen D’Amelio, presidenta del Comité de Alergia Cutánea de la SEAIC.

Hasta hace pocos años, las opciones se limitaban principalmente a formulaciones tópicas para reducir la inflamación y aliviar los síntomas, junto con el uso de emolientes específicos para prevenir brotes. El mejor conocimiento de los mecanismos de la enfermedad ha abierto la puerta a terapias mucho más específicas, como los fármacos biológicos (dupilumab, tralokinumab) y los inhibidores de JAK orales (upadacitinib, baricitinib, abrocitinib), ya aprobados en pacientes adultos y, en algunos casos, también en población pediátrica. Estos tratamientos son capaces de actuar directamente sobre la inflamación y mejorar de forma notable la calidad de vida de los pacientes.

Una patología frecuente

La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel caracterizada por brotes recurrentes de enrojecimiento, eccema y un intenso picor que conduce al rascado. Su prevalencia se estima en torno al 20% de los niños y entre el 7% y el 14% de los adultos en Europa y Estados Unidos.

Los efectos de la dermatitis atópica no se limitan a la piel: más del 80% de los pacientes tienen dificultades para dormir durante los brotes, y no es raro que se asocie a depresión, ansiedad, déficit de atención y dificultades en las relaciones interpersonales, con repercusiones en la vida social, académica y profesional.

Además de este impacto en la calidad de vida, en muchos pacientes la dermatitis atópica constituye la primera manifestación de la llamada marcha atópica, un proceso en el que los eccemas tempranos pueden ir seguidos, en etapas posteriores, de alergias alimentarias, rinitis o asma bronquial. Por ello, el diagnóstico precoz y el seguimiento especializado son claves.

«Lo ideal es acudir al especialista nada más cursar los síntomas para no retrasar el diagnóstico y poder comenzar con el tratamiento», insiste la Dra. D’Amelio.

La SEAIC se suma a la campaña internacional

Junto a los avances médicos, la concienciación sigue siendo esencial. El 14 de septiembre se celebra el Día Mundial del Eccema Atópico 2025, impulsado por la Federación Europea de Asociaciones de Pacientes con Alergia y Enfermedades Respiratorias (EFA) en colaboración con GlobalSkin, bajo el lema #AtopicEczemaJourney. La campaña invita a amplificar las voces de quienes viven con eccema atópico, compartir sus historias e impulsar un cambio significativo en la atención y el tratamiento.