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El truco definitivo de Alberto Chicote para conseguir una ensaladilla rusa con un sabor único

  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

Cuando se habla de gastronomía tradicional, hay un plato que nunca falta en las barras de los bares, en las reuniones familiares o en las comidas improvisadas del fin de semana: la ensaladilla rusa. Con una preparación aparentemente sencilla y unos ingredientes que todos tenemos en casa, esta receta ha traspasado generaciones y se ha convertido en un clásico que nunca pasa de moda. En este contexto Alberto Chicote ha compartido su truco para potenciar el sabor de la ensaladilla rusa y llevarla a otro nivel.

No es necesario ser un profesional para replicar la receta del chef madrileño, ya que sus consejos están pensados para que cualquier persona, incluso con conocimientos básicos de cocina, pueda sacarles partido. Lo más destacable es cómo transforma un plato cotidiano en una experiencia gastronómica simplemente prestando atención a los detalles y aprovechando al máximo el potencial de cada ingrediente.

El truco de Chicote para hacer la mejor ensaladilla rusa

Uno de los primeros consejos del chef tiene que ver con el agua de cocción. En lugar de simplemente hervir las verduras, Chicote opta por crear una base de sabor desde el principio: pone a hervir agua con sal y hojas de laurel, y cuando alcanza el punto de ebullición, añade un kilo de gambas, ya sean frescas o congeladas. Si las gambas están descongeladas, bastará con un minuto de cocción; si no, se deja un poco más hasta que estén hechas. Éste primer paso, sencillo pero efectivo, ya aporta una profundidad de sabor que distingue esta versión de otras más básicas.

Una vez cocidas, las gambas se pelan, pero en lugar de tirar las cáscaras y las cabezas, Chicote las vuelve a hervir en el mismo caldo. Este gesto, habitual en fondos de mariscos, intensifica el gusto del caldo, lo que más adelante se reflejará en las verduras que también se cocinan en ese líquido. La reutilización del agua no es sólo una forma de aprovechar al máximo los ingredientes, sino que también mejora notablemente el resultado final.

El siguiente paso es la cocción de las zanahorias. Chicote elige cinco zanahorias grandes y las hierve directamente en ese caldo de gambas. Las deja cocer unos 20 minutos, hasta que estén tiernas, y luego las trocea. Al hervirlas en ese agua aromatizada, las zanahorias absorben parte de ese gusto a mar que caracteriza la receta del chef.

En lo que respecta a las patatas de la ensaladilla rusa, en lugar de pelarlas y trocearlas antes de cocer, el truco de Chicote consiste en hervirlas con piel durante unos 40 minutos. Esto ayuda a conservar mejor los nutrientes y les aporta una textura más firme, ideal para que el plato tenga cuerpo y no se convierta en un puré. Una vez cocidas, las deja enfriar, las pela y las corta en dados medianos.

En cuanto a la mayonesa, el cocinero recomienda que sea casera, y propone una receta con un toque diferente. A la mezcla clásica de aceite, huevo y sal, le añade un poco de mostaza, vinagre de Jerez y zumo de limón. Estos ingredientes aportan acidez, profundidad y un punto de alegría al conjunto, evitando que la salsa quede plana. Si bien es cierto que hay quien prefiere utilizar mayonesa comercial por comodidad, la versión casera marca una gran diferencia en el resultado final.

La mezcla de los ingredientes es otro punto clave en la receta de Chicote. El chef no se limita a verter la mayonesa sobre los ingredientes, sino que va añadiéndola poco a poco, mientras mezcla con suavidad, hasta alcanzar la textura deseada. El equilibrio es fundamental, ya que una ensaladilla demasiado seca pierde atractivo, y una excesivamente líquida puede resultar empalagosa. Chicote, que se define como «muy mayonesero», prefiere una cantidad generosa, pero siempre buscando armonía entre los sabores.

La incorporación de las gambas troceadas al final del proceso, ya cocidas y peladas, aporta un toque marino realmente delicioso. Su sabor contrasta perfectamente con la suavidad de las patatas y el dulzor de la zanahoria, y su textura se integra con facilidad. Como toque final, se puede decorar el plato con algunas gambas enteras, huevos cocidos o incluso un poco de pimiento rojo para dar color.

Esta versión de la ensaladilla rusa, aunque respeta los principios tradicionales del plato, añade un giro sofisticado sin perder su esencia casera. No se trata de reinventar la receta por completo, sino de mejorarla. El truco está en cuidar cada etapa del proceso, desde la selección de los ingredientes hasta la forma de combinarlos.

Al final, lo que propone Alberto Chicote es una filosofía de cocina: aprovechar al máximo los ingredientes, buscar siempre el sabor más profundo y cuidar los detalles. Con estas premisas, cualquier receta, por cotidiana que parezca, puede convertirse en algo especial. La ensaladilla rusa, en manos del chef madrileño, se convierte en un ejemplo de cómo la tradición y la creatividad pueden convivir en perfecta armonía en la cocina del día a día.