Recetas de cocina

Cómo deshuesar y trocear un pollo

El pollo es uno de los alimentos que más trabajamos y consumimos.

Se trata de una carne que tiene un gran número de propiedades nutricionales y destaca por su alto valor proteico, y su riqueza en vitaminas (como la A, B1, B2, B3, C y ácido fólico), y minerales (cómo el calcio, el fósforo, el hierro, el zinc, el magnesio, el sodio y el potasio).

Es además, uno de los alimentos más aprovechables, ya que su carne apenas se reduce y pierde nutrientes durante el cocinado. Su sabor es suave y, por si todo esto fuese poco, esta carne es de las más económicas que podemos encontrar.

¿Pero sabríamos tratar y manipular correctamente el pollo si lo adquiriésemos tal cual?

Si vuestra respuesta , al igual que la nuestra, ha sido un «no» (sin tan siquiera unos intrigantes segundos de silencio anteriores), tranquilos, porque tras esta entrada acerca de cómo deshuesar y trocear un pollo, nos convertiremos en verdaderos expertos.

¿Queréis saber cuales son estos pasos? ¡Pues manos al pollo que empezamos!

Deshuesando el pollo → Si os habéis visto alguna vez en esta situación, seguro que os habréis preguntado porqué el pollo no trae un botón en algún lateral que, al pulsarlo, haga que la carcasa salga autopropulsada.

Bueno, pues hasta que nazca ese primer espécimen mágico, bastará con que coloquemos la pieza con la parte frontal hacia abajo y cortemos la piel para dejar al descubierto la zona de la columna vertebral.

A continuación, con la ayuda de un cuchillo grande y bien afilado, iremos separando la carne del hueso hasta dejar al aire las costillas (este paso lo haremos como si estuviésemos rasgando un paño o una tela).

Una vez terminemos, realizaremos un corte en la pata, y, más concretamente, en el punto de articulación. Meteremos los dedos y, una vez localizado el hueso, tiraremos para extraerlo mientras, con la otra mano sujetamos y hacemos presión en la carne del muslo. Repetimos todo este proceso con el otro muslo.

Terminados ambos, nos ponemos nuevamente con la carcasa, pero esta vez trabajando la zona de alrededor. Suavemente retiraremos los huesos de las alitas y, continuaremos hasta conseguir separar toda la carne de la zona de las costillas.

Finalmente cortaremos los tendones que están en los extremos y ya podremos sacar sin problema la carcasa, quedándonos con un pollo totalmente limpio y sin huesos.

Troceando el pollo → ¿Cuantas veces habéis llegado a casa con un pollo y, segundos después de salir del establecimiento habéis cambiado de opinión acerca del menú y hubieseis preferido llevároslo ya troceado y no hacer una precuela casera de «La matanza culinaria II»?

Pues dejando gustos cinéfilos de lado, os diremos que, trocear un pollo puede resultar más sencillo de lo que pensamos si seguimos los siguientes pasos…

Comenzaremos realizando un corte en la piel que se encuentra en el punto de unión del muslo con el resto del cuerpo. Para que ésto nos resulte más sencillo, podemos agarrar la pata, tirar de ella y tensarla de modo que esa parte nos quede bien expuesta.

Realizado el corte, tiraremos un poco más de la pata hacia fuera (sujetando el resto del pollo con la otra mano) y, una vez notemos ese límite que nos impida estirar más, tiraremos de ella hacia abajo hasta que consigamos desprender el hueso del muslo.

Una vez fuera, le quitaremos la piel y el tendón para que la pata quede totalmente suelta.

Haremos lo mismo con el otro lado.

Para cortar los muslos y los contramuslos, palparemos buscando el punto de articulación entre ambos y cortaremos separándolos. Sugerencia: Podéis preparar los contramuslos como más os gusten, pero os recomendamos cocinarlos asados, quedan riquísimos y mantienen todo su sabor y jugosidad.

En cuanto a las alas, o alitas, buscaremos, con la ayuda del dedo, el punto de unión del hueso con el cuerpo y realizaremos el corte. Sugerencia: Las alitas son una de las mejores partes (junto a la carcasa) para hacer caldo, así que si no las vais a cocinar, cortadles la punta y añadidlas la próxima vez que preparéis dicha receta. Si, por el contrario, queréis hacerlas y no se os ocurren ideas, podéis echarle un vistacillo a estas deliciosas alitas con salsa dulce de barbacoa.

Por último, colocaremos el pollo sobre una superficie limpia y que no sea deslizante. Lo giramos hasta hacer coincidir con nosotros el extremo del cuello y cortaremos en la línea del esternón desde las patas hacia arriba (mucho cuidado con el cuchillo). Notareis como en ciertas partes, tendréis que hacer algo más de fuerza, para evitar posibles riesgos con el cuchillo, sacadlo, colocadlo encima y golpear o presionar con la otra mano como si quisiéramos clavarlo, de esta forma, el cuchillo llegará hasta bien dentro y no tendremos que preocuparnos de nada más. Realizado todo el corte, damos la vuelta y hacemos lo mismo por la otra parte.

Ya tendremos nuestro pollo bien troceado y listo para ser incluido en cualquier receta que se nos ocurra.

Como veis, trabajar un pollo puede pasar de ser una pesadilla a ser un sabroso sueño en cuestión de unos minutos y unos cuantos consejillos…

Y si buscáis algunas ideas para emplear ese estupendo pollo que acabáis de comprar, aquí os dejamos algunas recetas para ir abriendo boca: