Yo me resto de la huelga
No existe un manual que establezca cuál es la mejor manera de defender la igualdad de la mujer. Es verdad que la realidad ante la que nos encontramos es la misma para todos, pero la visión que cada una tenemos sobre ella es distinta. Difieren nuestros puntos de vista, nuestra forma de abordarla. Y no vale una más que otra. Mi compromiso con la igualdad de la mujer es total. No creer en las cuotas y sí en el mérito y en valor delas capacidades de cada cual no me incapacita para ser su defensora. Por supuesto rechazo la brecha salarial, y de la falta de respeto, el acoso, o la violencia ni hablamos. Las personas que haciendo uso de su derecho se manifestarán el día 8 de marzo no pueden acallar, sin embargo, a otra marea, silenciosa, formada también por mujeres que no ocuparán la calle, que ese día estarán al frente de su puesto de trabajo, o en su casa o donde decidan estar, y que como todas, pelean y se sacrifican por sacar su familia adelante, por sacar su trabajo adelante. Hacer huelga, participar en concentraciones, escribir artículos, trabajar o quedarse en casa porque hay mil formas de expresar tu apoyo y tu compromiso con la igualdad.
Actualmente es verdad que la mujer continúa atrapada entre el mundo doméstico y el laboral con una carga global de trabajo muy superior a la del hombre. No obstante, estamos en un momento cambiante, en un momento de transición, de alteración de modelo. Y se da la circunstancia que el debate de la cuestión de género en muchos ámbitos de la vida tiene un claro componente intergeneracional en el que nuevos y viejos tiempos aún conviven. Durante años se ha avanzado mucho, no lo suficiente sin duda, pero me niego a calificar de catastrófica la situación de nuestro país. Nadie tiene por tanto en su mano ni la verdad suprema, ni el saber infinito, como para dar clases de cómo se hacen o se dicen las cosas. Quien crea que lo suyo es lo único y verdadero tiene un problema con la esencia de la igualdad que no es más que una expresión más del respeto mutuo. Las mujeres que estamos cada vez más presentes en aquellos ámbitos de socialización, que se suponen claves para la igualdad como son la política, el sistema educativo, el mundo del trabajo, las asociaciones, etc y, también, somos responsables de acelerar del cumplimiento de los objetivos de igualdad.
Y es que la lucha por la igualdad no puede ser de izquierdas ni de derecha, sino de todos juntos, hombres y mujeres concienciados por igual en dicha necesidad. Nadie me ha de decir cómo he de ser feminista, cómo he de sentiré femenina, ni cómo defender mis derechos como mujer; ni siquiera una moda, ni mucho menos la imposición de una parte de las mujeres que ven todo de color morado. Por lo tanto, como siempre, lo que haga el 8 de marzo, lo haré orgullosa y con la cabeza alta, que es como debemos ir todos por la vida. Orgullosa de nosotras mismas, de cada una de nosotras, sin necesidad de menospreciar a la de al lado para poder expresar lo que pensamos o sentimos. Creo que el compromiso con la igualdad hay que demostrarlo andando y huir de un terreno abonado a la demagogia fácil. El debate, por tanto, es algo más serio y va más allá de una jornada lúdico reivindicativa teñida de órdagos.
Yo trabajo todos los días por la igualdad de la mujer, por el respeto a la mujer, por reducir de una forma directa y efectiva la brecha salarial, por educar a mis hijos en el respeto absoluto, y en favorecer actitudes integradoras. Y procuro hacerlo de buen humor, y con buen talante. Hay muchas formas de pelear por la igualdad. Respeto todas, como pido se respete la mía. Así que este 8 de marzo, como el resto del año, trataré de hacerlo trabajando. Porque trabajando, estoy convencida, también doy ejemplo de lucha por la igualdad. Por eso, con su permiso, yo me resto de la huelga.
Raquel González es la presidenta del PP de Vizcaya.