¿Es Vox ultra? El fascistómetro
Nadie como la izquierda para poner etiquetas. Los últimos premiados han sido los de Vox o, hablando de etiquetas, «la ultraderecha». Así les bautizó la progresía y, raudos y sin discusión alguna, periodistas, tertulianos y culturetas varios siguen la consigna y el sambenito queda impuesto. ¡Vox, fachas!
«Ultraderecha» dicen unos, «alerta antifascista» otros. Es el rápido y fácil espantajo para asustar a los electores y excluir a los elegidos. Incluso algunos del PP, que hasta ayer eran los marcados, no pierden la oportunidad de sumarse al mantra para pasarles a otros el temido título. Y, como en Castilla y León, sufren una recidiva de sus viejos complejos y saltan al otro lado del cordón sanitario, de aislados a aisladores, no vaya a ser que les quiten el carnet de demócratas por gobernar ¡con la ultraderecha! Con los de Vox ¡vade retro, nosotros no!, reniega Mañueco.
Aunque, de tan manida la palabra, poco dice ya. En España ya se ha llamado fachas a los de UPyD, a Ciudadanos, al PP y a cualquiera que se atreva a criticar el movimiento woke, a hacer chistes de Greta Thumberg o a no controlar la mirada cuando pasa un pibón; entonces, además de facha, eres un machista.
Pero, ¿y si esta vez va en serio? Y si pasa como con el cuento de Pedro y el lobo y ahora, que podría ser verdad, no nos lo creemos por haber desgastado esa palabra tan alegremente. Ante la duda, ahí va la pregunta, ¿es Vox un partido ultra? La respuesta, como siempre, nos la darán las palabras o los hechos. Lo que dicen y lo que hacen.
Empecemos por las palabras. Las que defienden en su Agenda España o en la Declaración de Praga, texto que contiene los principios del grupo del parlamento europeo en el que se integran los de Abascal, el de los conservadores y reformistas europeos que, por cierto, no es el de Salvini o Le Pen. ¿Son esas ideas fachas?
¿Apreciar la tradición y tu civilización o defender la soberanía nacional es excluyente? ¿Que te guste el conservadurismo de Scruton te convierte en un radical? ¿Rechazar dudosas agendas internacionales transformadoras te convierte en un reaccionario? ¿Defender la libertad individual y la familia como el núcleo social básico frente a la dependencia del Estado y su intervencionismo te hace un peligroso neoliberal? ¿Preferir una organización territorial en torno al Estado y a las administraciones locales frente a las autonomías es facha?, ¿son fachas, entonces, los franceses? ¿Se es antieuropeo si admites la Unión Económica y Monetaria, pero recelas de una unión política que quita (soberanía) pero no da (a golpistas fugados)? ¿Y se es xenófobo por querer que los inmigrantes entren con papeles?, ¿es entonces xenófobo el partido socialista sueco?
Unos responderán que eso no es ultraderecha. Otros que sí. Y aun otros dirán que qué más da. Al fin y al cabo, solo es una discusión nominal, más que real, y las opiniones son libres.
Efectivamente, las opiniones son libres, pero los argumentos no, estos han de sujetarse a datos o hechos. En lo que sí que coincidirán etiquetadores y etiquetados es en que lo determinante no son sólo las palabras o las ideas, sino la forma de defenderlas y las actitudes hacia el diferente.
¿Y qué hechos o actitudes delatan a un ultra? ¿Qué detectaría un fascistómetro? La defensa de las ideas al margen de la ley o con violencia y los sesgos machistas, homófobos o xenófobos es lo que activaría las alarmas. Busquemos ejemplos:
Así, por ejemplo, es machista el político que comete maltrato con su pareja o el que dice que azotaría a una periodista hasta que sangrara. Ah, perdón que estos no son de Vox que el que directamente azotaba era del PSE y el que disfrutaría azotando de Podemos. Sigamos buscando.
Así, por ejemplo, es homófobo llamar maricón a un conocido por su orientación sexual. Ah, perdón que quien así lo hacía tampoco era de Vox, que era una exministra del PSOE. Sigamos buscando.
Así, por ejemplo, es xenófobo presumir de RH o negar derechos y estigmatizar con un apartheid lingüístico a quienes no consideras de tu nación, o directamente llamarles “bestias carroñeras, víboras y hienas”. Ah, que esos eran los socios indepes. Sigamos buscando.
Así, por ejemplo, es antisistema quien defiende sus ideas saltándose la ley o utilizando la violencia, como los que directamente mataban u homenajean a quienes lo hacían, los que en Vallecas reciben con piedras a quien no piensa como ellos, o los que dan golpes de Estado para proclamar ensoñadas repúblicas. Ah, pero esos tampoco eran los de Vox.
El fascistómetro no engaña y ningún partido está exento de ser poblado por indeseables. Yo esos ejemplos son los que he encontrado. Quizá también los haya en la derecha, en la extrema derecha y en la megagigaderecha, así que no nos dejemos engañar. Salvo que queramos. Es lo que tiene la democracia.
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