Se van y se irán porque las empresas están hartas del socialcomunismo, señora ministra

Se van y se irán porque las empresas están hartas del socialcomunismo, señora ministra

Antes de calificar de «inaceptable» la decisión de Ferrovial de llevar su sede social a Holanda en busca de mayor seguridad jurídica y una menor voracidad fiscal, la vicepresidenta y ministra de Economía, Nadia Calviño, debería, en lugar de arremeter contra la constructora española, reflexionar sobre si le parece normal que desde su Gobierno se hayan lanzado no ya reproches, sino furibundos insultos sobre algunos de los nombres más destacados del empresariado español, dibujados como una suerte de codiciosos capitalistas sin escrúpulos que han hecho fortuna explotando a los trabajadores o estafando a los consumidores.

Sí, ministra, dedíquele un minuto a ponerse en el pellejo de esos empresarios a los que sus colegas de Podemos han citado con nombres y apellidos vertiendo sobre ellos todo tipo de injurias. Dedíquele un minuto a reflexionar sobre el ataque promovido desde su Gobierno contra las más punteras empresas españolas, acusadas de hacer negocio a costa del sufrimiento de los españoles, y luego pregúntese las razones que han llevado a Ferrovial a trasladar su sede social a Holanda. Es sencillo de entender: ya no es sólo que en España soportan una mayor carga fiscal, sino que en España los niveles de seguridad jurídica se han degradado desde que el socialcomunismo gobierna.

Señora Calviño, ¿usted cree sinceramente que los ataques, por ejemplo, a la banca, las eléctricas, las gasistas o las grandes cadenas de distribución llevados a cabo por su Gobierno son de recibo? ¿Es normal que el Ejecutivo decidiera enfrentarse públicamente a estas empresas y presumir del castigo que les esperaba por la vía del estacazo fiscal si no pasaban por el aro gubernamental? Eso, señora ministra, es puro populismo. Y en una economía de libre mercado las empresas, aquí y en cualquier parte del mundo, tratan de defenderse de la presión y el acoso de los Gobiernos con todos los medios legales a su alcance y el visto bueno de sus accionistas. Pregúntese que han hecho ustedes rematadamente mal como Gobierno para que las empresas españolas adopten decisiones como la anunciada por Ferrovial. ¿Sabe usted cuál es el problema? Que para este Gobierno emprender, crecer y generar riqueza está mal visto. Porque para ustedes un empresario es un bulto sospechoso. Por eso están hartos. Y se van.

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