El triunfo de Juan José Hidalgo
Con el farragoso haciendo de las suyas en medio de una canícula aterradora, reduciendo el cerebro de los españoles más de lo necesario; con Maduro encabronando mucho y en exceso al mundo libre, al mismo tiempo que asusta a los comunistas de todas las latitudes; con Sánchez soltando estupideces a gogó para esconder que le han pillado con el carrito de bote en bote, hete aquí que el pasado jueves se produjo una noticia de alcance económico, esto es, dentro de la categoría de las «cosas de comer» y ha pasado como de puntillas… Es sabido que cualquier escándalo siempre encuentra más cobijo mediático que un hecho que se sostiene en importancia por sí solo.
El holding británico IAG que hace algunos años se empeñó en comprar la única aerolínea de bandera que existía (y existe) en España bajo el llamativo título de Air Europa renunció, al iniciarse el presente mes, a ejecutar finalmente la adquisición de la misma al no compartir los criterios de la Competencia Europea respecto a los derechos de vuelo que tendría que dejar para no perjudicar el mercado libre y la competencia liberal. La decisión conlleva, entre otras cosas, que tiene que abonar 50 millones de euros a los accionistas de la operadora aérea española, fundamentalmente a su mayoritario, Juan José Hidalgo Acera.
Pepe Hidalgo, que acaba de cumplir 83 años, recibía de esa guisa una de las grandes alegrías de su larga existencia empresarial porque siempre creyó, y cree, que su joya de la corona vale mucho más de lo que los británicos estuvieron dispuestos a pagar por la empresa que representa su gran legado como emprendedor. Cierto es que, como el resto de las operadoras mundiales, el Covid puso a Air Europa a los pies del bichito. Se han escrito bastantes tonterías al respecto de su préstamo, nunca rescate, por parte de la SEPI, préstamo que está devolviendo al módico interés del 8 por ciento, como debería constar a todo el que escribe al respecto.
Juan José Hidalgo siempre creyó que las autoridades comunitarias jamás autorizarían la compra de IAG, dueña de la ex española Iberia, entre otras razones, porque ese conglomerado resulta extracomunitario tras la ejecución del Brexit. El tiempo ha venido a darle la razón. Ahora, ya con las manos libres, tiene la gran oportunidad de consolidar la niña de sus ojos que es ya un referente europeo e internacional como una operadora (en momento dulce) de marca española, sí, pero también como una empresa de calidad que surca los cielos como neta y nítidamente hispana.
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