Opinión

Los tiranos acaban mal

He aquí un aterrador discurso del tirano Robespierre que otro tirano, Sánchez, ha hecho suyo: «Deseamos el goce pacífico de la libertad y la igualdad, el dominio de la razón, en vez de la esclavitud de la tradición. El fundamento de la república es dominar al pueblo con el uso de la razón y a nuestros enemigos gracias al terror. Sólo se puede gobernar un país con el despotismo». ¿Les suena? El galo gobernó Francia en el período revolucionario del terror y fue guillotinado por el Comité de Salvación Pública. Dos tiranos comparten ADN con una sola diferencia: el de la Moncloa jamás pasará por la guillotina. Pero -si existiera la justicia- habiendo cometido un fraude tras otro, el de Tetuán acabaría en Soto del Real.

Aquel Comité de Salvación Pública hoy lo encabeza Feijóo y los partidos de centroderecha, los únicos capaces de llevar a cabo la recuperación de la economía y de sacarnos del hondo pozo de miseria donde nos ha metido el sanchismo. Con este déspota comediante y sus inútiles ministros, no hay visos de prosperidad, ni de futuro. Todos los sondeos afirman que los rebaños de lobos antisistema se extinguen y que las tribus feminazis se dividen. El Gobierno da sus últimos coletazos y aprovecha estas vacaciones para imponernos más decretazos ideológicos. Sánchez da tumbos, no sabe dónde anda, intuye que va a ser su verano final al frente del Ejecutivo. El tirano está grogui y se agarra a las mismas artimañas que de costumbre. El efecto Feijóo lo ha noqueado.

Raúl del Pozo, el mejor columnista de El Mundo, -basta leer El ruido de la calle para saber que no exagero- dice: «Acusan a Sánchez de hacer trampas, pero quizá lo que más rechazo provoca es su confusión sobre la idea de España». Con su elegante hacer, Raúl destroza a tan necio marrullero, que tanta desgracia ha traído a la nación. Con tal de seguir en el poder, este tirano enroló en sus planes a unos socios cuya principal característica es odiar a España y a los españoles. Menuda banda de maleantes codiciosos fichó el indecente -marxistas ricos, etarras que denigran a la Guardia Civil y golpistas catanazis- para continuar bailando claqué en la Moncloa, mientras ningunea al Rey y arruina a las familias, el campo, la pesca, los autónomos y las pymes.

Ahora, tan bobo tirano, al no tener mejor cosa que hacer, va a reunir a sus 383 asesores fake con el fin de que tejan tantas trampas como una araña para la encerrona que le preparan a Feijóo en el senado. El muy iluso cree que así equilibrará las encuestas que hoy dan ganador, por mayoría absoluta, al gallego en las generales. Pero lo que tiene que hacer el tirano es equilibrar su propia mente, puesto que nació bobo y sufre contantes recaídas. Y como Feijóo sabe latín y, además, no vende España a traidores, es probable que le dé un repaso impresionante. Del senado veremos huir a un tirano aturdido, un perdedor: el gafe le persigue.