Tamames, ese ego inabarcable
Tengo larga amistad con el profesor Ramón Tamames y, sinceramente, me apena que haya decidido capitular ante el minuto de gloria que, al final y a la postre, redundará a mayor honra beatífica de Pedro Sánchez.
Que hay 1.600.000.000 para presentar una moción de censura al Gobierno, sí. Que VOX tiene toda legitimidad para presentarla, también. Que cuenta con el número de diputados para activar el mecanismo constitucional, obvio.
Ahora bien, eso es política y cabe preguntarse si activando el artículo 113 de la Constitución, se va a conseguir el objetivo final que no es otro que apear a Sánchez de su bien trincada poltrona. Resulta obvio el resultado final. Estoy seguro que si Tamames tuvieran veinte años menos, aquel trueno parlamentario que resultó cuando ocupaba escaño por el Partido Comunista tendría al menos rédito político y el consiguiente desgaste para el jefe de Gobierno.
En las circunstancias actuales, sinceramente, me temo todo lo contrario. El Partido Popular de Feijóo ya ha dejado claro que no apoyará la moción –la segunda que presenta VOX- y, a partir de ahí, Abascal aprovechará la ocasión para desgastar también al PP y su presidente, aunque , sin duda, no será nada caritativo con el jefe socialista.
Supongo que los instigadores políticos de la moción habrá hecho cálculo aproximado de los daños colaterales que pueden producirse de tal iniciativa sin sale mal o rematadamente mal. Es su responsabilidad a escasos meses de unas claves para ahuecar del sillón a Sánchez y con él al “Frankestein” deshilachado que manda en España. En el recuerdo mantengo vivo aquella moción del pobre Hernández Mancha cuando fue convencido para juzgar parlamentariamente al entonces presidente imbatible, Felipe González. El fiasco fue tan colosal que lo único que ganó es que se le apartara de la presidencia de su partido (AP entonces) y de paso que el gobierno socialista extendiera su poder bastantes años más.
Dicen que Ramón Tamames ha consultado a muchos de sus amigos antes de lanzarse al hemiciclo. Conozco a algunos de ellos y todos le desaconsejaron dar el paso. Don Ramón es así; quiere reconquistar la popularidad que le ha ido abandonando por mor de los años y la jubilación activa en política.
Dicho todo lo anterior, nada deseo más que equivocarme en lo escrito.
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