Opinión

Sumar, el comunismo ‘happy’

Documentos internos de Sumar, los mismos que abogaban por el estacazo a los periodistas que no se atuvieran a la verdad impuesta por la izquierda -luego dijeron que esa propuesta era un error- pretenden establecer «el derecho a la alegría y el jolgorio sin consumos». Que el comunismo sea capaz de garantizar por decreto la alegría del pueblo no deja de ser una contradicción, porque la experiencia nos ha enseñado que allá donde se asienta el comunismo desaparece la alegría y el jolgorio se convierte en un derecho de unos pocos. Lo de la alegría «sin consumos» también tiene guasa, porque ya quisieran los pueblos donde el comunismo ha hecho mella poder consumir. El dinero no da la felicidad, es cierto, pero tampoco la miseria.

En la hoja de ruta titulada Sumar para una Transición Ecológica Justa en España, se fija como prioridad «la reducción de la esfera material del sistema económico para compatibilizar la cobertura de las necesidades sociales con las biocapacidades nacionales y globales». Bajo ese epígrafe se apuesta por «un modelo de ocio atractivo que permita el derecho a la alegría». Si ustedes no se han enterado de nada es que están en plenitud mental, porque el párrafo de marras es propio de una cabeza averiada. Para explicarse dicen que hay que impulsar «un consumo cultural basado en valores de solidaridad, sostenibilidad, igualdad y respeto que genere nuevas tradiciones alejadas del hiperconsumismo y de la explotación habitual en empleos del sector (turismo, hostelería, etc.)». Para ser feliz, según Sumar, hay que huir de las grandes superficies: «Un ocio desligado de grandes centros comerciales, privatizado e impactante, para construir ocio y cultura basado en el disfrute de la naturaleza, el deporte, el encuentro, la fiesta, la cultura y de cercanía».

La mamarrachada que han parido los ideólogos de Yolanda Díaz es de aurora boreal. Consejo: si aspiran a ser felices, olvídense de Sumar.