Opinión

El socialismo antiespañol de Díaz

El único combustible que hasta ahora siempre ha impreso cierta prestancia y capacidad al vuelo de ascenso de Susana Díaz dentro del PSOE ha sido el felipismo porque es ese el único liderazgo que recuerda el partido. También su habilidad para deslizar la idea de que sus movimientos en barrena, tras cada intento de aproximación al mando nacional del partido, no se debían a su cobardía o a su barata brillantez política. A que eran movimientos de extraordinaria habilidad a la hora de sortear tormentas. En su pericia para sobrevivirlas. En que es una comandante capaz de salvar a la tripulación en medio de catástrofes bíblicas.

Pero a Felipe sólo le arrancó el atrezzo. Ese estuco verbal que era suficiente por ser aquel el inicio de la democracia. Aquella capacidad dialéctica de encadenar muchas palabras grandilocuentes para disimular la falta de ideas y discurso. Orgullo, futuro, socialistas de pedigrí. ¡Socialismo andaluz! Como un tipo de RH capaz de convertirlos en una suerte de Flash Gordon de rebujito. Toda esa farfolla necesaria para ocultar el paisaje real más pesimista de toda España. Susana es en efecto ignífuga, pero su federación es la más representativa de la senilidad socialista de toda la historia de la democracia. Ella, oradora de la nada. Esqueje colgando por el abismo socialista.

Una vez capeada la tormenta Sánchez, y aunque sólo sea de forma momentánea hasta el próximo Congreso de junio, Susana se ha quedado sin viento racheado al que echar la culpa del tembleque de su fuselaje. Tiembla porque está construido con el circunloquio sobresaliente del que nunca se atreve. Y sin tormenta sólo queda el ridículo. Como el protagonizado estos días en Twitter al referirse al nuevo POTUS, quien ha logrado el hito sin paliativos de un PSOE defendiendo por primera vez algo español: “Trump retira el español de la web de la Casa Blanca. Un desprecio a la comunidad hispana y un ataque intolerable a la segunda lengua en EEUU”. Segunda lengua en EEUU y última por detrás del catalán, el árabe y el puñetero tagalo gracias al PSC que siempre ha apoyado a la Convergencia más fundamentalista para retirar los fondos públicos destinados a escolarizar a los niños en español. El PSOE destierra el español aquí, en España. No en California. En Cataluña, donde los ciudadanos son castigados por rotular en español. Donde el PSC sólo compite en el desprecio a lo español con el Partido Socialista de Rajoy que ha pactado con el PNV la abolición del español como lengua de la administración vasca.

El segundo ridículo de Díaz fue el protagonizado tras la Conferencia de presidentes de las CCAA al calificar los impuestos bajos de la Comunidad de Madrid como competencia desleal. En un alarde de voracidad de una burócrata que todavía necesita más. En un alarde de lo que en realidad siempre ha significado el socialismo, no sólo andaluz sino también mundial: el robo legal y por coacción a la sociedad civil por su propio bien. El carterismo flagrante y sin ponderación de la administración en un territorio donde el impuesto revolucionario de Díaz no permite a la clase trabajadora heredar la propiedad de sus padres. Es en la Andalucía de Díaz donde cuánto más elevadas son las cifras de fracaso escolar, paro y corrupción, cuánto más oscuro es el porvenir de la región, más dilapida y acosa quien debería pedir perdón por lo que robó. Sin ínfulas ni orgullo socialista. Si el PSOE lo tuviera reconocería el daño irreparable y desaparecería.