Si Sánchez aguanta el PSOE desaparece
No va a ser fácil. Sólo hay tres formas de quitarnos de encima al presidente del Gobierno más embustero, sinvergüenza y corrupto que ha sufrido nuestra joven democracia. O decide marcharse él, adelantando elecciones o dejando a alguna marioneta socialista que lo reemplace hasta las de 2027; o se le echa mediante una moción de censura; o es la justicia la que se lo lleva por delante en alguno de los múltiples casos de corrupción que lo rodean. Cualquiera de ellas parece bastante complicada a corto plazo o no encaja bien con la personalidad que ya le conocemos a Pedro Sánchez.
Es cierto que en 2023 sorprendió a todo el mundo adelantando a julio las elecciones generales que correspondía celebrar en diciembre, después del batacazo que su partido se dio en las elecciones autonómicas y municipales de mayo. Un adelanto electoral de sólo 5 meses que luego vimos que pretendía pillar a la oposición en plena trifulca por las negociaciones en las comunidades donde forzosamente tenían que entenderse. La estrategia le funcionó, promoviendo el miedo a una ultraderecha inventada para asustar a las viejas, por la torpeza del principal partido de la oposición, que se ofuscó durante toda la campaña electoral en pelear contra su único socio natural, tratando de luchar por lo que dieron en llamar «el voto útil», que como se vio sólo fue útil para Sánchez. Pero este truco ya no lo puede repetir, porque hasta el más burro sabría evitar volver a caer en su trampa.
Descartado el adelanto electoral voluntario, se le podría echar mediante una moción de censura que yo he defendido aquí repetidamente. Pero pienso que hay que presentarla sabiendo que, seguramente, está condenada al fracaso, sólo para que en el Congreso se debata sin trampas sobre la corrupción del PSOE, sabiendo que todos los grupos que podrían facilitar que saliera adelante prefieren a un Sánchez debilitado al que todavía pueden exprimir, que un adelanto electoral con el que se les acabe el chollo. Y mucho menos quieren presentarse a las siguientes elecciones haciéndose responsables de haber abierto las puertas a un nuevo Gobierno de coalición del PP con Vox, como vaticinan todas las encuestas. Y pensar que entre los mismos diputados del Partido Socialista podrían surgir los 4 votos que faltan para sacarla adelante es algo así como creer que existen los unicornios voladores de colores.
Pedro Sánchez se mantiene en La Moncloa como líder progresista y feminista pese a que se sabe que vivía en el casoplón que les regaló su suegro, quien se había forrado explotando puticlubs en locales alquilados a Muface a precio de chollo. Desde el primer día conocimos que se sacó un doctorado Cum Fraude con textos plagiados en una tesis que le hicieron otros. Lo vimos metiendo votos en una urna escondida detrás de una cortina, tratando de falsificar el resultado del Comité Federal del PSOE que finalmente lo descubrió y le obligó a dimitir. Está grabado prometiendo que no iba a hacer nada de lo que ha hecho: pactar con Podemos, soltar etarras, indultos, amnistía… la palabra de Sánchez no vale nada ni para los suyos. Internacionalmente ha sido apartado de todos los centros de decisión por su posicionamiento contra occidente y junto a los más ultras de la extrema izquierda mundial, así como por la corrupción que lo tiene enfangado hasta las cejas. Con su mujer y su hermano imputados por corrupción, junto a su mano derecha, sus dos secretarios de organización y su fiscal general. Uno sólo de todos estos escándalos habría puesto fin a la carrera política de cualquiera, pero Sánchez aguanta.
Y si ya ha aguantado todo esto; si a ninguno de los partidos que lo sujetan le va a convenir dejarlo caer; y si ya ha demostrado sobradamente que está dominado por una enfermiza ambición de poder personal que no se frena por nada, una egolatría sin límite, y una carencia absoluta de escrúpulos; la única esperanza que nos queda está en la justicia. Son tantos los imputados que pueden pensar que lo que más les conviene es cantar la traviata y colaborar con la justicia, que aún podemos soñar conque alguno de ellos haga caer a il capo di tutti capi. Pero como quien no se contenta es porque no quiere, conformémonos sabiendo que, cuantos más meses aguante Sánchez, mayor será la debacle de un Partido Socialista que ha hecho méritos sobrados como para que su desaparición definitiva nos compense aguantar unos meses más.
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