Opinión

Separatista con mantel en el Banco de España

La perversión sectaria de las instituciones, utilizando las mismas como moneda de cambio para aguantar en el poder, es quizá uno de los males más dañinos para el asentamiento de una democracia y la creencia en el modelo por parte del pueblo.

Resulta que Sánchez aceptó el chantaje de los independentistas (ERC) y colocó a un tal Jordi Pons, independentista convicto y confeso, que para darle el apoyo en los Presupuestos y otras menudencias, tras exigírselo los separatistas: debería colocar en el Consejo del Banco de España (cúpula) al citado autor del Espanya ens roba, cuyo titular encendió la ira de los catalanes poco ilustrados.

Para ver la catadura moral de estos sediciosos permanentes, un sucedido. Resulta que el secretario general del Banco de España, Javier Priego, había comunicado en días anteriores a la toma de posesión que para llevarse a efecto dicho nombramiento existía la obligación perentoria y legal de jurar sin condiciones los preceptos exigidos, es decir, lealtad al Rey y a la Constitución. Se suponía que el secesionista se negaría a aceptar dichos extremos legales. Pues no. Han pesado más, antes que cualquier premisa ideológica, los más de 80.000 euros hasta el año 2030, además de poder continuar con sus tareas docentes por las que también cobra del Estado. ¡He aquí un soldado catalán con principios!

A cambio, junto con el gobernador Escrivá, su principal tarea no será otra que evitar las críticas a la política económica del Gobierno, tal y como se hacía en los tiempos del recordado Hernández de Cos. Estos son los que nos gobiernan. Lo preocupante no es que un ganapán independentista trague lo que sea por la pasta; no. Lo preocupante es que el Gobierno de la nación española trague a su vez con las imposiciones y trágalas que exigen los que llevaron al poder al señor Sánchez Pérez-Castejón.

En esas continuamos, mis queridos amigos.

PD.: Mientras el sectario asalto al Banco de España continúa, el pícnico Escrivá barre todo curriculum de prestigio en la institución y de paso se apresta a cambiar la norma para perpetuarse in eternum en la entidad con cualquier Gobierno que pueda suceder al malogrado (políticamente) Sánchez.