Opinión

Secuestrador y (presunto) blanqueador del narcotráfico

Sólo en un país como España alguien como Gonzalo Boye, abogado de Carles Puigdemont y condenado a 14 años de cárcel –estuvo 6– por colaborar con ETA en el secuestro de Emiliano Revilla en 1996, disfrutaría de un trato tan complaciente y adulador por parte de algunas de esas televisiones erigidas en terminales mediáticas de la izquierda. Por supuesto, también en la televisión pública catalana, donde Boye se ha paseado y se sigue paseando a conveniencia, erigido en brazo jurídico del golpismo.

Todo en este personaje es indigno, pero, sin embargo, su figura ha despertado una insólita veneración en determinados sectores del mundo empresarial periodístico –donde hizo sus pinitos– que lo encumbraron a la categoría de defensor de los derechos humanos con una indignante ligereza y falta de ética.

Sólo en España alguien como Boye, colaborador de ETA y ahora investigado por blanqueo de capitales del narco Sito Miñanco, podría gozar de ese reconocimiento, porque en cualquier otra nación estaría aplastado por el oprobio y el rechazo social. Aquí no, porque aquí figuras con un pasado y un presente tan oscuro como el de Boye siguen dando lecciones magistrales de moralidad, tras haber sido rehabilitado civilmente por la izquierda radical y los golpistas independentistas catalanes.

El caso de Boye es paradigmático de la forma de obrar de algunas televisiones que «reinsertan» a personajes funestos ofreciéndoles la más amplia cobertura sin pararse a pensar de dónde vienen, a quién sirven  –a la estrategia golpista– y a quiénes sirvieron –en este caso a una banda terrorista y, presuntamente, a un narcotraficante–. Todo con tal de que lance bastante munición, en forma de comentarios de vileza insoportable, contra quienes no se dejan amilanar ni les flaquean las piernas a la hora de defender el marco constitucional y el Estado de Derecho.

Lo peor es que después de conocerse que Boye está siendo ahora investigado por un presunto caso de blanqueo de capitales relacionado con el narcotráfico, muchos dirán que todo es una venganza del Estado español. Solo es cuestión de esperar.