Opinión

Santos Cerdán calienta la banda

  • Graciano Palomo
  • Periodista y escritor con más de 40 años de experiencia. Especializado en la Transición y el centro derecha español. Fui jefe de Información Política en la agencia EFE. Escribo sobre política nacional

Se trata de un personaje oscuro, gris, sin el mínimo adorno intelectual o académico, que le ha venido como dios a Pedro Sánchez para que ocupara el sillón del presuntamente corrupto Ábalos en la calle Ferraz. ¡Tal para cual!, subrayan los que han conocido bien a estos dos personajes que no pasarán a la historia por su empatía, preparación técnica y sentido de la limpieza ética.

El empresario/comisionista Aldama situó también a Santos Cerdán entre los «tomantes» de las mordidas con las que agraciaba a los que le ayudaban a conseguir contratos en la Administración Sánchez. Fue cuando Aldama soltó el nombre del actual jefe del aparato socialista y le asignó presuntamente una mordida de 15.000 euros en lo que denominó el «cupo vasco».

Pues bien, hace unos días este diario, bajo la firma de Luis Balcarce, informaba de que Koldo, el escudero del ex ministro Ábalos, grabó a Santos Cerdán hablando de «comisiones» relativas a contratos amañados que desde el poder se adjuntaban a las constructoras. Todo parece indicar que presuntamente Aldama no mintió, pese a las descalificaciones realizadas ad hominem contra el zamorano.

Si todo esto se confirma se habrá cerrado, en efecto, la cuadratura del círculo. Al parecer, en dichas conversaciones llevadas a cabo en el domicilio de Koldo (que antes había blindado con el apoyo de la UCO) lo sustancial era trinkar las comisiones de los constructores. Trinkar ellos y se supone que algo caería para el PSOE. Esta formación tiene una larga trayectoria de corrupción y robo, antaño y hogaño.

Si, finalmente, los jueces tienen acceso a esa información y deciden abrir causa, es fácil imaginar que la larga marcha del galgo de Paiporta habrá finalizado ipso facto.

En medios políticos socialistas sólo hablan de estos asuntos en privado. En círculos muy íntimos. Pero a este punto nadie entre ellos se atreve a poner la mano ni en el fuego, ni en la nieve.

Algo o mucho huele a podrido en el reino del ególatra inabarcable de la saunas.