Sánchez siempre va de farol
La lucha por mantener el equilibrio psíquico en un mundo que exige sumisión a las reglas del trato social es el gran problema de Sánchez, porque sólo le importa someter sus locuras a inmediata gratificación. Su salud mental clama a gritos ser acogida en el frenopático. Todas las barbaridades que se le ocurren conducen al caos y cada uno de sus mil arrebatos, nos acercan al precipicio. Este zumbado arruinará la nación española en tiempo récord. Siempre va de farol y siempre pierde, ya no engaña a nadie. Pero no le tiembla el pulso cuando hay que negociar insensateces con sus socios separatistas. Es el enemigo público nº 1. Con una camisa de fuerza estaría más guapo.
Rechaza la terapia del diván y abraza la demagogia que imparte en la tribuna. Sueña con su veleidad enfermiza: “Lo único que importa soy yo”. Para tal ególatra, un ciudadano normal, equivale a morralla y depende de sus absurdos desguaces. Vivimos la época de la falta de esperanzas y queremos un nuevo Ejecutivo para revalidar nuestra propia estima. A este cómico sátrapa todo se la suda y no se corta leyendo en el Congreso, dándoselas de culto, el inculto, lo que los escribas le copian para que dé el pego. Así oculta a Narciso y saca a pasear al estadista de risa que los aduladores le hacen creer que es.
¿Cómo se explica que un membrillo pueda volcarse en un líder? Valga el servil estribillo que los funcionarios oficialistas cubanos le cantaban a Fidel antes de entrar en La Habana: “Somos socialistas, palante, palante, y al que no le guste, que tome purgante”. Pues eso es lo que nos espera con este zumbado, aceite de ricino a granel y desprestigio internacional absoluto. El fatuo habla de recuperación económica y el Ibex cierra junio… con el peor índice de Europa. La UE advierte que la variante india alcanzará el 90% de contagios en agosto y el kamikaze anima a gozar del verano sin mascarilla. Hasta Rufián se cachondea del lerdo: “Si dijo no a los indultos y luego los concedió, ¿por qué no va a tragarse, también, un referéndum?”. Sanchinflas, réplica amarga de Cantinflas, es rehén de sus macabros socios. La única salida digna que le queda sería dimitir.
Sueño inútil, pues el constante tramposo Sánchez desconoce en qué consiste la dignidad. Tendremos que esperar a que nos arruine, antes de que se esfume.
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