Sánchez… levántate y anda

Sánchez… levántate y anda

Como si se tratara del personaje bíblico del Nuevo Testamento, Lázaro de Betania, Pedro Sánchez necesita también ser revivido. España presenta actualmente las mismas cifras de contagios que cuando se decretó el estado de alarma a mediados de marzo y el Gobierno ha vuelto al negacionismo del comienzo de la crisis sanitaria de enero y febrero para asombro de todos. Sánchez ha preferido la tumbona en la playa que atender sus responsabilidades y obligaciones como presidente del Gobierno. No sería la primera vez que un presidente del Gobierno abandonase sus vacaciones y momentos de asueto para volver al puesto de mando, pero en las actuales circunstancias Sánchez ha preferido increíblemente disfrutar de las mismas vacaciones que el año pasado. Como si aquí no pasara nada.

Nos encontramos ante la peor crisis sanitaria que vive el mundo en un siglo y el primer responsable nacional de trazar la estrategia ante un problema de salud pública no puede esconderse en su destino vacacional bajo la excusa de la delegación de competencias en las comunidades autónomas. Las 17 comunidades fueron quienes asumían el papel en la desescalada, pero donde estamos ahora es en fase de nueva escalada. Hasta el propio Fernando Simón, muy desprestigiado por sus rectificaciones constantes y por decir lo mismo y lo contrario en pocos días, advirtió esta semana que “las cosas no van bien”. El responsable de la seguridad de un avión durante el tiempo de vuelo es el comandante o capitán, lo mismo que ocurre en un barco, así que Pedro Sánchez tiene la obligación de coger los mandos. Pero una vez más, llega tarde y mal.

El presidente del Gobierno ha pasado de la sobreexposición constante en los días del estado de alarma, donde presumía de comparecer cada semana en sus famosas alocuciones televisivas de ‘Aló Presidente’ y de reunirse decenas de veces con los dirigentes autonómicos a pegar la espantada. A Pedro Sánchez parecen quemarle los mandos del control de la crisis del Covid-19 y huye de ellos. Resulta muy llamativo que mientras se escudaba en la Ciencia y los científicos para la toma de decisiones durante el confinamiento, ahora se haya decantado por permanecer inerte en la playa y piscina.

La coartada que emplea La Moncloa para exonerar al presidente y dejar caer toda la responsabilidad en la comunidades autónomas es insostenible por cuanto estamos ante un problema de seguridad nacional. La protección del país y de sus ciudadanos ante una pandemia no es competencia de las autonomías, por eso se aprobó el mando único. No estamos hablando solamente de la esperpéntica planificación de la vuelta a los colegios, que requiere indudablemente la coordinación del Gobierno. Proteger los intereses nacionales, implica la protección de los sectores estratégicos y nuestra economía, que batirá este año todos los récords en desaceleración. Pero el presidente sigue en la playa.

Fuera de nuestras fronteras la imagen que se proyecta es la de España, no de la Aragón, Andalucía y Cantabria. Del mismo modo, que cuando se habla de la gestión del coronavirus en EEUU todos pensamos en Donald Trump y no en los diferentes gobernadores estatales, es de Pedro Sánchez y su nefasto papel el que trasciende a la opinión pública internacional. Seguramente a lo largo de esta semana el presidente, una vez finalizadas sus vacaciones, se presentará ante los españoles como el gran redentor del actual desaguisado. Es la clásica recomendación del Rasputín monclovita a Sánchez: “Aparece en el último minuto, casi en el tiempo de descuento, y te marcas un tanto que venga luego bien anotado en el próximo barómetro electoral del CIS”. Puro oportunismo cortoplacista y electoralista. A día de hoy, cada vez me creo más aquella reflexión de hace unos meses de Narciso Michavila que preconizaba que Sánchez no llegaría a finales de 2021 como presidente.

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