Opinión

Sánchez fuerza el confinamiento de Madrid por puro sectarismo ideológico

A estas alturas, las razones técnicas y los datos estadísticos no cuentan para un Gobierno socialcomunista que ya había decidido hace tiempo cerrar Madrid por criterios de puro sectarismo ideológico. De nada vale para Pedro Sánchez y Pablo Iglesias que la cifra de contagios diarios haya caído hasta los niveles del 24 de agosto y que la de hospitalizados haya visto reducido su aumento en un 66%. Parece evidente que las medidas adoptadas por el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso han dado resultado, tal como confirmó el Instituto Carlos III, pero para el ministro de Sanidad, Salvador Illa, la situación de confinar Madrid estaba tomada con independencia de la evolución de la pandemia.

Estamos ante un más que probable cierre político (Illa no habló de intervenir, pero sus palabras fueron un ultimátum en toda regla): un confinamiento que no tiene más objeto que destruir a Isabel Díaz Ayuso, aún a costa de arruinar Madrid y a los madrileños. Con tal de arrojar al PP de la presidencia de la Comunidad, el Ejecutivo socialcomunista es capaz de triturar económicamente al motor de España. El Gobierno que peor y de manera más negligente gestionó lo peor de la pandemia, el Gobierno que sigue ocultando el número real de muertos, el Gobierno más mentiroso, confinará Madrid. La estrategia es tan chusca como obvia: hacerse con el control sanitario de la Comunidad para trasladar la idea de que el PP y Díaz Ayuso han sido incapaces de gestionar la pandemia. Hace diez días, Illa dijo que avalaba las medidas adoptadas por Madrid; hoy se dispone a recomendar más medidas que no pueden ser otras que el cierre.

Algo tendrá que ver el hecho de que Salvador Illa pueda ser el próximo candidato del PSC en las elecciones catalanas. Ya tiene en su curriculum el haber propiciado el cierre de Madrid, un «logro» que tratará de rentabilizar en las urnas. Todo un ataque indiscriminado contra una Comunidad que ha cometido el delito de no haber elegido en las urnas a un presidente socialcomunista. Eso, para Sánchez e Iglesias, se paga muy caro.