Sánchez fue a por lana a Bruselas y salió trasquilado
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se ha hartado estos meses de decir que España conseguiría gratis y sin ninguna condición una cantidad ingente de millones en ayudas directas de la UE. Las cuentas de la lechera del jefe del Ejecutivo partían del hecho de que habría un fondo de ayudas de medio billón de euros, de los que a España le corresponderían 77.000 millones, el 15,4% del total. Se fue a Bruselas sin ningún plan convencido de que, al final, volvería a casa con los objetivos conseguidos, sin reparar en que ni su Gobierno ni sus políticas inspiran la mínima confianza.
La cumbre de la UE ha servido para comprobar que Sánchez es un iluso y un holgazán y que sus planes han saltado por los aires. La resistencia de los denominados países frugales, encabezados por Holanda, han arruinado las expectativas del jefe del Ejecutivo, que en el mejor de los casos habrá de contentarse con 5.000 millones de euros menos de los que pensaba. Y sujetos al visto bueno del resto de socios en función de que España haga los deberes. Todo un baño de realidad para un presidente que, como mejor argumento para convencer a las naciones que no estaban dispuestas a participar de la fiesta con barra libre que pretendía el Gobierno español, les pidió que tuvieran capacidad de «enfatizar». O sea, en lugar de ir a Bruselas con un plan meditado y consensuado con el PP, se presentó en la capital comunitaria con el único recurso de su retórica hueca. Y así le ha ido a España: de 77.000 millones en ayudas directas, nada. Un total de 72.700 y condicionad0s a un plan estricto de reformas. Y el resto, hasta los 140.000 millones (como mínimo) que se necesitan, créditos que habrá que devolver religiosamente.
Sánchez ya sabe que en la UE sus políticas económicas serán observadas minuciosamente con lupa, de modo que eso de gastar alegremente se ha acabado. A ver cómo se le dice a Pablo Iglesias y a ver que dice su vicepresidente segundo. La que se nos viene encima es de aúpa. Sánchez fue a por lana y salió trasquilado. Lo malo es que serán los españoles quienes paguen los platos rotos de la infame gestión del Gobierno socialcomunista.
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