A Sánchez le cuelan afganos ‘fake’ en la evacuación
Los afganos colapsan el aeropuerto de Kabul a pesar de la matanza y del riesgo de más atentados
Masacre en Afganistán: Sánchez no celebró el comité de crisis y se fue al acto de palmeros en Cáceres
Hay que reconocerle a Pedro Sánchez que sus dotes para hacer el ridículo son insuperables. Verle correr a sacarse la foto con Gabriel Ferrán Carrión, el heroico embajador español en Kabul al que había echado un día antes de irse a La Mareta, demuestra hasta dónde es capaz de llegar el presidente por unos minutos de postureo. Sánchez no ha tenido reparo en convertir lo que él mismo ha reconocido que es un «fracaso» de la OTAN en una hazaña humanitaria que convierte a España -y por extensión a él mismo- en «el ejemplo del alma solidaria de Europa». Con un par, como si los españoles ya se hubieran olvidado de que estuvo desaparecido durante varios días de vacaciones y a pierna suelta en Lanzarote hasta que se dignó en aparecer en alpargatas para fingir que estaba al frente de la operación de rescate.
Huelga decir que nos alegra ver de regreso a los cuerpos diplomáticos y militares españoles que se jugaron la vida en Afganistán para que la evacuación sea un éxito. Pero cuidado con intoxicarse con la sobredosis de autobombo que suministra el Gobierno, más cuando ahora sabemos -como publica OKDIARIO- que el Ejército ha detectado a afganos que nunca han trabajado con España entre los refugiados evacuados. Una información que pone en entredicho el show humanitario pletórico de satisfacción y exceso de confianza de Sánchez y sus ministros. Porque conviene dejar a un lado el sentimentalismo para exigir explicaciones al Gobierno sobre si en esos aviones pudo haber viajado algún terrorista escondido entre aquellos que pagaron a los colaboradores afganos a cambio de hacerles pasar por familiares. Una inquietud que tiene todo el sentido después de la masacre de Kabul causada por el Estado Islámico y que se cobró la vida de 170 personas.
No sería la primera vez. Reino Unido detectó a seis afganos evacuados desde Kabul como sospechosos de terrorismo que aparecían en la lista conocida como “no fly” que les prohíbe subir a bordo de un avión comercial rumbo al país. Y Francia mantiene bajo vigilancia a cinco afganos recién evacuados por la sospecha de que uno de ellos estuvo vinculado con los talibanes. La solidaridad no justifica bajar la guardia en seguridad ante una amenaza yihadista como la que enfrentará Occidente en los próximos años. Lo contrario sería de un buenismo tan infantil como inadmisible.
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