Sánchez asalta el Colegio de Médicos de Madrid
La mayoría de los cincuenta y cinco mil médicos colegiados de Madrid asisten despavoridos a que, de nuevo, la ultraizquierda sanchista adobada con el comunismo de la ministra de Sanidad, Mónica García, se haga en las elecciones de esa fecha con la dirección del Colegio. El peligro evidente no es una fantasmagoría; es una posibilidad cierta. ¿Por qué? Pues porque la abstención de los profesionales de la región posibilite que los complotados para la revolución -que de eso se trata- tomen el Colegio, una institución básica, sólo de las dos o tres que le quedan a Sánchez para, definitivamente, colonizar todas aquellas entidades que aún se resisten a ser devoradas por sus cuates.
No le favorece evidentemente a la Directiva que hasta ahora preside el Colegio y que se presenta a la reelección, la poca participación porque, por ejemplo, en la anterior convocatoria sólo acudió a votar el 15 por ciento del censo colegial. Por mucho que se hayan arbitrado más de trescientos puestos, urnas, para que los médicos acudan a la cita, éstos en su mayoría no tienen asimilada la importancia de estas elecciones porque, quizá, y esto es lo grave, dudan de la eficacia del propio Colegio en la defensa de sus intereses profesionales.
La izquierda se está movilizando a tope y utiliza para ello todos los reclamos posibles, desde luego el de la apoderada de Sánchez, ministra aún de Sanidad, Mónica García, que, desde luego y si no ocupara su actual responsabilidad, sería, sin duda, la preboste de la candidatura de izquierda. García se pavonea de su jerarquía en la opción que representa y cuenta para ello con el auxilio de, incluso, la que ha sido hasta hace dos días vicepresidenta de la institución. Ahora, la doctora Luisa González se lamenta, y así justifica su volantín, de la escasa transparencia, de la pésima gestión que, a su juicio, ha realizado la actual Junta. La pregunta es sencilla y obvia: ¿No ha sido ella partícipe como vicepresidenta de todo lo bueno o malo que ha ejecutado esta Dirección? ¿Cuándo, en estos cuatro años, se ha manifestado en contra de esos trabajos? ¿No será que, como ya no ha sido incluida en la lista que preside el doctor Martínez-Sellés, ha decidido pasarse al bando alternativo de la izquierda?
Resulta difícil que en cualquier Colegio profesional los asociados acudan en masa a pronunciarse; no creen, en definitiva, que su vida y su propia actuación cambie en función de quién gobierne la entidad. Y es que los Colegios ni están de moda, ni gozan de reconocimiento social porque el público en general no percibe que sean útiles para la sociedad. Ello es bien cierto salvo en una situación como la presente en que se juegan no solo asuntos internos del gremio, sino la misma concepción del Colegio: la libertad contra la intervención. Este es el dilema. Pero hay otro que reviste igual importancia: la posición de los médicos ante las múltiples iniciativas que está tomando el Gobierno de la Nación. Sin ir más lejos, la eutanasia.
Por resumir la cuestión: aquí se confronta la opción que apuesta por la nula intervención de los médicos en la quiebra de la vida humana, con la que defiende una asistencia clínica directa en el proceso de la muerte. Esta segunda alternativa no se queda ahí sino que, además, prohija la redacción de listas de objetores, una intención que, como bien se sabe, es la de Pedro Sánchez y la de todo su Gobierno de truhanes. No se diga que esta cláusula de inscripción es poca cosa: ¿o es que no existe recuerdo de las muchas dificultades profesionales que han sufrido los objetores del aborto a la hora de aspirar a puestos hospitalarios de relevancia?
Sorprende la escasa, por no decir nula, preocupación que están desarrollando los partidos de centro-derecha ante la posibilidad, muy real, de que el asalto que promueve Sánchez se realice el próximo día 17. En este embate se juega además otro envite: la actual dirección que intenta repetir asegura la dualidad Sanidad Pública-Sanidad Privada, la cogestión que está convirtiendo nuestros centros hospitalarios en los mejores de Europa. Por el contrario, la lista de Sánchez y su ministra tienen anunciado que no pararán hasta acabar con este modelo. Se trata pues de un debate ideológico de primera importancia en el que, curiosamente, ni el Partido Popular ni Vox -que sólo vive para derribar a Feijóo, no a Sánchez- se han sentido interesados. Luego se quejarán. Y es que de la misma forma que la candidatura de ultraizquierda no oculta su empatía con los partidos correspondientes, sobre todo con el mayoritario en el Gobierno, la continuista está luchando para no ser asimilada al centro-derecha, la prueba es que en ella se inscriben médicos inequívocamente de izquierda, socialistas más bien. Afirmar, como hacen los camaradas de la ministra-médico-madre, que la alternativa de Martínez-Sellés es poco menos que una franquicia de Ayuso y su Gobierno es una falacia descomunal.
Estamos en vísperas de unas elecciones trascendentes cuyo riesgo más notorio a estas horas es la poca intención de voto. Sánchez, más atento a las convulsiones sociales que Feijóo y desde luego Abascal, está cumpliendo con su tétrico programa de asaltar todas las entidades del país. Es su fórmula para establecer una nueva sociedad en la que el Estado sea todo y la sociedad que le soporta una p..a m….a. Esto se llama leninismo. Los médicos deben saber si quieren convivir con él
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