Opinión

Ramón Espinar, disección de un roedor

Los roedores del poder proliferan en Podemos. Por eso interesa acudir al laboratorio de las suposiciones a practicarle una disección a ciertos personajes, famosos por sus tropelías. En concreto hay uno que me quita la alegría por su perfidia. Hijo de black y cazapisos con dopaje. Esta astilla sale de un papa-palo que se montó en el dólar por los tejemanejes en una caja pública. Quien a los suyos parece, deshonra merece. Y valga la adulteración del refrán, sólo en este supuesto, que hablamos del progenitor de este particular roedor parlamentario, siendo ambos reconocidos tramposos.

Cuentan que a los beatos se les beatifica, a los santos se les santifica y al roedor, mejor, se le parlamentariza. Por eso Ramón, el roedor podemita, consiguió tres cargos aparentemente insignes. A saber: portavoz de Podemos en el Senado, diputado en la Asamblea de Madrid y secretario general de los que esgrimen el puño del odio. Poco bigote para tanto arroz podrido, demasiada deidad maléfica para manejar unas atribuciones que no casan con sus mediocres luces de politicastro de tumultos. Hay más roedores sabios en una despensa que este ratoncito sin saberes. La tarjeta black no es el mejor instituto donde aprender conocimientos.

En un estrambótico discurso, alentado por los vítores de esa gentuza que convoca, Espiblack soltó esta lindeza: “Si no somos cortafuegos, volverá la extrema derecha también a España”. El adverbio le chafó, al dar por hecho que los cabezas rapados del populismo ya estaban aquí con la misión de joder a todos los que no pensaran como cafres. Otra de sus frases apoteósicas: “La Historia de la Humanidad es la historia de personas que se mueven”, deja claro que los roedores no han sido paridos para pensar. Por si poco fuera, va esta perla adicional: “La razón fundamental para sacar a Rajoy de la Moncloa es tener un programa y un proyecto alternativo”. Puesto en contacto con todas las oficinas de patentes y de objetos perdidos, les aseguro y juro que nadie supo darme noticia de dicho programa, ni de tal proyecto alucinante.

Acabo la bisección del cerebro del bicho recordando la imbecilidad que le soltó a Cistina Cifuentes: “Usted nunca hubiese sido dirigente en Podemos”. Es obvio que no. Para eso hay que nacer roedor.