Opinión

¿Por qué el PSOE saca a Zapatero en campaña?

Y al séptimo día, apareció Zapatero. Quizá aburrido de decirle al narco de Caracas cómo se dialoga en una dictadura, el que fue presidente por accidente sale en apoyo del presidente por moción ahora que está a punto de perder la poltrona. Justo cuando más radicalidad necesitan las bases socialistas, sale de su cueva venezolana el tipo que levantó las trincheras de España de su prolongada siesta para volver a enfrentar a unos contra otros. No hay personaje más siniestro en el panorama español que aquel bajo cuyo mandato se ordenó cerrar la investigación de la mayor masacre terrorista sufrida en nuestro país. Pero sus lecciones son todavía escuchadas por ese 40% de votante socialista in pectore, que, cautivo y prieto en sus filas, aún cree que el PSOE que dejó González pervive en el partido. Sólo así se entiende tamaño suelo electoral tras haber sufrido a los dos peores presidentes de la democracia.

Zapatero llega con el argumentario preparado, el mismo que incendiaba en su época a las huestes no pensantes de la izquierda militante. En su carpeta de lecciones políticas, repite la estrategia que lleva organizando la izquierda cada vez que se llama al pueblo a elegir: deshumanizar al adversario y presentar la dicotomía tradicional que ya inventaron los americanos en sus campañas permanentes, el caos o yo, la destrucción y la guerra que encarna la derecha (sic) frente a la paz y concordia que representan las candentes almas del progresismo. La mentira y la proyección han sido y serán las dos mejores armas de propaganda de una izquierda socialdemócrata que ha pasado de sistémica a desbarrada, y que necesita monstruos a su lado para reconocerse en lo que una vez fue.

Algunos ya sospechábamos, empero, que Zapatero no iba a ser convidado de piedra en una campaña decisiva. Lo que nadie esperaba es que viniera a decirle a Sánchez cómo mentir, pues teníamos a Pedro como consumado doctor en la causa. El desparrame estratégico del PSOE es tal que ponen al frente de su campaña al último hombre que ofreció en bandeja la mayoría absoluta del PP, pero que, a caballo de la ideología woke que ha reinventado el tablero global, reitera los mensajes divisivos que tanto gustan al votante clásico.

¿Por qué saca el PSOE a Zapatero justo ahora? ¿Por qué ese rol agresivo de quien daba master classes diarias de talante y diálogo? ¿Por qué quien hace ahora de presidente enrollado, calmado, simpático y buenista es Sánchez, cuando la percepción del votante socialista y del español medio es más favorable a Zapatero que a él? Según la psicología, la desesperación es la pérdida de esperanza que provoca estados de ánimo como la ira o la angustia ante una comprensión total de que no hay solución. Por eso acuden en Ferraz a Zapatero, de quien sabíamos su nulo talento para ganarse la vida fuera de la política si prescindía de su audacia para la conspiración y el fraude. Están desesperados y se la juegan, en un contexto polarizado, al hombre que mejor supo dividir a los españoles. Ahora, aparca sus conchabeos en el narco club de Puebla, donde merienda con los peores sátrapas del mundo hispano, para insuflarle a la campaña la necesaria tensión de la que tanto presumía junto a su amigo Iñaki. «Sánchez no mintió con los indultos, sólo cambio de opinión», concluyó ZP en una reciente entrevista masaje en La Sexta. Si aceptamos ese axioma, el PSOE lleva cambiando de opinión 140 años.

Quedan tres semanas para las elecciones, 20 escaños que lo pueden decidir todo y el ventilador del régimen a todo gas para someter al incauto votante de carnet y sesgo. A falta de dóberman, sacan al caniche de León a vender mercancía sólo apta para el coleccionista freak. A él le funcionó en un formato bipartidista del juego. El que saldrá tras el 23J. Pero el voto concentrado en Feijóo para echar a Sánchez es tan fuerte que ni siquiera los narcodólares de Maduro podrán alterar el escenario. Ya sabemos de quién aprendió Sánchez tanta impostura, mentira e hipocresía. Hasta el momento, Zapatero daba vergüenza por cómo llegó a la Presidencia. Desde hace tiempo, la da como ex presidente.